viernes, 1 de junio de 2018

Japón: Cuaderno De Viaje II // Camino De Los Sueños


Hacer el viaje en dos etapas no ayuda a reducir las catorce horas hasta llegar a Tokyo, pero al menos te permite despejarte durante un rato (que sin ser gran cosa ni desearlo, por aquello de llegar y los deseos de estar en nuestro destino, ayuda) y para cuando tomas el avión que arrastra toneladas y toneladas de metal enfilando hacia el cielo, la sensación ya es otra cosa.

Tenía por delante muchas horas y un reducido espacio para vivirlas, de modo que la primera idea fue buscar Música en la pantalla que hacía de ordenador personalizado en cada asiento. ¡¡Craso error!! porque la moda no suele ir conmigo, y la moda de los últimos años me produce una alteración estomacal bastante agudizada. Vistas las perspectivas, preferí recrear los temas y sones que me apasionan, buscando en mi cerebro de manera aleatoria y haciendo acopio de algunos de los discos que podría encontrar y que descansan en una lista que siempre que puedo me acompaña cuando voy a algún lugar donde se aprecie lo que amo.

Como siempre, las perspectivas en Japón pasan por los lugares que se atrevan a compaginar el inglés con el japonés para darte la información, porque de no ser así en mi caso estás perdido, y si das con el encargado de turno que no da crédito a que un occidental que no sea yanqui o británico pueda conocer según qué cosas, vas apañado. De todas maneras la imaginación es libre, y el tiempo en este caso era mi aliado para soñar (que no para ir mordiendo los kilómetros que me separaban del destino) de modo que pasé por el filtro de mi memoria los incunables que nunca se encuentran y por descontado esa lista paralela de discos japoneses que son la búsqueda del santo grial para un enamorado de su Música, como es mi caso.

El día 24 de mayo aún quedaba lejos, pero esos cuarenta años que la Música cumpliría a mi lado en fecha tan señalada iban conmigo desde hacía mucho tiempo, y me entretenía en imaginarme qué podría conseguir justo ese día, si es que los precios del mercado no me hacían quedarme con las ganas. Estaba claro que algo iba a conseguir, de modo que seguía imaginando y viéndome ya en las tiendas conocidas y en otras que quería visitar por primera vez. 

Kyoto y Tokyo son dos lugares para buscar y perderse con los vinilos, independientemente de que encuentres lo que buscas, porque es un placer visitar las tiendas, pero había algunos lugares más que podrían hacer sentirme bien, entre discos de negro vinilo o escuchando Música al amparo de una buena cerveza. Tras el interminable viaje y los trámites de rigor nos encaminamos hacia la primera etapa de nuestro viaje, con el tren bala Shinkansen deslizándose sobre las vías rumbo a Hiroshima.



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