domingo, 16 de junio de 2024



El viejo pub continuaba en su sitio, con ese extraño equilibrio en su disposición que le hacía parecer el final de todo y el principio de la nada, casi suspendido sobre la rampa que daba acceso directamente al río.

Era un misterio, de hecho lo había sido siempre, cómo había podido aguantar las embestidas del tiempo y los fenómenos del invierno sin desmoronarse ni hacernos volar en cualquier noche de tormenta, pero seguía ahí, con sus enormes vigas de madera en el exterior que se adentraban de manera violenta hacia la roca.

Hacía mucho tiempo que no lo visitaba, de hecho hacía mucho tiempo que no dejaba caer mis huesos por la ciudad, pero no podía dejar pasar la oportunidad de volver al último lugar donde estuve antes de colocarme la mochila para irme buscando... no sé qué. Ahora seguía buscando, pero esta vez era un lugar donde dejar que los viejos recuerdos me abrazaran de nuevo mientras degustaba una cerveza que recorriera mis entrañas. 

Empujé la puerta y el eterno olor a madera del "Black Hole" me llenó de nuevo, así como la penumbra en la que se encontraba sumido el espacio donde la gente disfrutaba de cervezas, buena Música y sus sueños. Esperé unos segundos para que mis ojos se acostumbraran a la falta de luz, pero cuando todo en mi cerebro se hizo claro, me encontré de nuevo en el túnel del tiempo, con el jolgorio de miles de conversaciones entrelazadas, la voz del viejo Jim escuchándose detrás de la barra y ¡cómo no! el sonido de viejos clásicos saliendo por el equipo de Música que volvía a acariciar mis oídos con lo eterno.

En un pequeño rincón, con una mesa de forma circular para dos personas, me senté a la espera de lo que deseaba tanto mi garganta como mi alma, y a los pocos minutos una joven, libreta en mano me preguntó qué deseaba. Tras pedir la bebida le solicité que entregara una pequeña nota al camarero, y desapareció entre los cuerpos que se mecían o hablaban en los espacios donde solo se podía estar de pie.

El equipo de Música estaba dispuesto de manera perfecta, de modo que la Música se escuchaba nítida y pura a pesar del ruido en el pub, algo en lo que Jim siempre estuvo al tanto, como buen amante de los sonidos. Sonaba "Wish you were here", esa eternidad hecha sonidos sobre la perdida y el desarraigo, y me lo tomé como una bienvenida de lujo, con la ironía que podía esperar del destino y, por qué no, del lugar y el personaje que lo regentaba.

Extrañamente, siendo el tema que era, la canción fue bajando lentamente, poco a poco, para entrelazarse sin pausa con algo que me hizo hervir las venas y sacar de mi interior todo lo acumulado en años de ausencia. La impagable guitarra de un genio comenzó a desprender las notas de algo sublime, único, eterno, mientras el piano envolvía el arpegio mágico que llegaba a mis oídos. "Sad and deep as you" salía de la nada para llevarme al infinito, y justo cuando la voz de Dave Mason atacaba la primera estrofa, una jarra de cerveza helada fue colocada con mimo sobre la mesa mientras la voz de Jim provocaba que mi piel se erizara.

Un abrazo sincero, eterno, de los que nos dábamos cuando éramos uno contra la vida, nos unió al son de la Música, y en ese momento todo el entorno desapareció, encontrándonos de nuevo mi Amigo y yo solos en nuestros sueños.

Pasaron momentos de lágrimas contenidas, los temas que consiguieron tantos años atrás que nos hiciéramos hombres cuando la Música nos atravesaba como un cuchillo el alma seguían sonando y las miradas nos llevaban a cualquier lugar donde fuimos héroes, a nuestra manera, pero héroes de nuestros deseos.

Horas después estábamos solos en el "Black Hole" apurando la enésima cerveza juntos y mirando a través de nuestras mentes. "The Passenger" nos hacia ser testigos del mundo, observando mientras hablábamos de todo, y la joven que había dejado la libreta en el mostrador, apareció con una vieja guitarra y unos instrumentos de percusión.

Me parecía que realmente, ahora sí, el tiempo se había detenido alguna década atrás, y sujetando la guitarra entre mis manos intenté hacer que la gloria volviese a romper el silencio. Jim marcaba con la percusión un ritmo mágico, rodeando los tres cuerpos sentados alrededor de la mesa, la chica acariciaba levemente con sus dedos la madera de la mesa, y dejándome llevar comencé a sentir cómo las cuerdas de acero de la vieja acústica emanaban su mensaje de vida.

"A veces, al mirar tus ojos, puedo ver mi alma..." y así fuimos pasando la noche, con los instantes de recuerdos atravesando las canciones, viviendo de nuevo la Magia de nuestra Música, desapareciendo por la ventana del "Black Hole" hacia las estrellas.


¡¡Explicar la Música es como explicar el silencio!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario