jueves, 5 de abril de 2012

E.M. De Nuevo


La fecha me da igual, la verdad es que cuando uno siente la Música como algo eterno no mira el calendario, y en el caso de Elliott Murphy siempre me pasa, simplemente voy a ver Música, el resto...
Un concierto más, una ocasión para saborear de nuevo los sonidos de este maravilloso rockero neoyorquino que se ha propuesto ir labrándose un nombre en las tablas de oro del Olimpo a base de dar una vuelta de tuerca a su manera de interpretar en directo, con esos shows acústicos que tan bien domina y en los que es simplemente un mago.
Bien es cierto que ayuda tener a tu derecha un escudero de lujo como Olivier llenando los espacios que la voz, la guitarra y la armónica no cubren, con esos solos descarnados, salvajes en ocasiones y tremendamente melódicos en otras, pero si además te llamas Elliott Murphy, tienes unos cuantos cientos de canciones que son de por sí buenas y además unas docenas que son maravillosas, todo va rodado, y eso es lo que pasó de nuevo.

El concierto fue lo que fue, unos minutos más corto que lo que acostumbra, pero la entrega, las ganas, el deseo y la solvencia de este músico maravilloso nunca defraudan, porque ha llegado a un nivel de disfrute sobre el escenario que contagia, y de ahí a gozar como loco con la Música bien hecha no hay mucho camino.
Nunca he creído en la parafernalia del Rock, y he sido más de escuchar que de ver por este motivo, por eso agradezco y me apasiona un concierto como el que da E.M., un escenario pequeño, con una mesa de camilla (literal) para las botellas de agua, el soporte de las dos guitarras y los micros, lo mínimo para lo máximo, la excelencia entregada en un entorno que no tiene nada porque no se necesita.
La Música son sonidos, emociones y sensaciones emanados de unos instrumentos que te llegan, y tú los transformas en lo que te sugiere; para eso no necesito nada más que una luz adecuada a los temas, un sonido perfecto, que es lo que debe ser y el artista entregando su alma, justo lo que Elliott me transmite cuando aparece en el escenario con su cara de felicidad, ese pañuelo pirata que le cubre la calva y los inmensos deseos de entregar lo que le cuesta una vida, porque cuando el alma se da, la vida se escapa de alguna manera, y cuando esa vida es tu esencia, estás entregando aquello por lo que existes, y ante todo Murphy existe por esas maravillosas creaciones que salen de sus entrañas y hace llegar.

No hice nada que no hubiera hecho en otras ocasiones, pero tampoco quería hacerlo. Tomé mi asiento, esperé a que las luces se apagaran y miré al escenario, esperando que esos dos pedazos de músicos me poseyeran, me hicieran el amor una vez más para sentir el orgasmo de la Música recorrerme entero, eso que sólo yo siento cuando escucho la buena Música, los sonidos que hacen que me estremezca una y otra vez.

Las guitarras comenzaron a escupir sonidos de acero, la garganta de rockero impenitente volvió a recitar estrofas sobre la vida, la muerte, las calles, los desesperados, el amor, la basura humana... entonando esas odas en clave rockera que este tremendo artista te hace llegar, desde la última estación de metro de su New York natal a los grandes teatros parisinos donde le adoran. Poco a poco me dejé envolver por la magia, una vez más, y lloré, una vez más, con esos himnos que me laceraban la piel cuando yo mismo era una de esas almas tiradas en los callejones, recordé a los que me enseñaron a amar esto y que ya no están, les nombré porque sin su recuerdo no sería capaz de entender este amor que siento por gente como Elliott y lo que da, les nombré porque esos vinilos gastados por el diamante me han dado vida una y otra vez, como la Música que Elliott y Olivier estaban entonando en un concierto, otro más, de Música para soñar.

Los temas de su última época, esos clásicos que serán eternos hasta que el mundo pare, su voz, las guitarras, ese sonido de la armónica que te abrasa... y un tipo extraño, mediocre cuando quiere aprender y aún buscando su camino llorando en esa sala en la que de nuevo sentí el amor, la pasión, la parte de mi alma que me hace en ocasiones sentirme diferente, porque puedo recibir lo que gente como Elliott y Olivier entregan, Música, Magia, Seda...


Amo la Música... ¡¡¡Joder, la Amo!!!

3 comentarios:

  1. Emocionante, que sea para siempre, y las veces que haga falta, eternos instantes.. a mi me hacen mucha falta momentos maravillosos como estos.
    Bss

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    1. Búscalos, siempre es posible hallarlos allí donde la Música es magia.
      Besos,

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  2. Después de leer tus comentarios sobre este concierto, me arrepiento de habérmelo perdido.
    Espero tener otra oportunidad y encontrar entradas antes de que se agoten.
    Besos.

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