lunes, 1 de marzo de 2021

A.R.R. IV

 


Tras nueve horas de jornada laboral, otro día más en el que no había sentido más que la pérdida del tiempo que se le escapaba de las manos, se vio en la parada del autobús buscando volver a casa para… lo que fuera. Observó a una chica de aspecto saludable, que escuchaba Música a través de unos pequeños auriculares que se perdían entre sus cabellos y se acercó a ella, con una mirada viva, penetrante, y una sonrisa que no podía describir. La chica hizo ademán de retirarse uno de los auriculares pero se lo impidió con su mano invitándola a continuar con ellos escuchando la Música.

Podía sentir cada nota escapando del pequeño aparatito e introduciéndose en su cerebro, como si de pronto todas las percepciones de la chica fueran poseyéndolo por cada poro de su piel. La Música le hacía sentir un universo distinto, ajeno al mundo, indescriptible, y sus ojos poco a poco fueron dejando la realidad para percibir algo que no podía explicar.

El autobús inició la marcha, y sin esperárselo, porque sabía que físicamente era imposible, la chica le vio, sentado a su lado, sonriendo, sonriendo, sonriendo…


A.R.R. (Quizás...)

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