Tras nueve horas de
jornada laboral, otro día más en el que no había sentido más que la pérdida del
tiempo que se le escapaba de las manos, se vio en la parada del autobús
buscando volver a casa para… lo que fuera. Observó a una chica de aspecto
saludable, que escuchaba Música a través de unos pequeños auriculares que se
perdían entre sus cabellos y se acercó a ella, con una mirada viva, penetrante,
y una sonrisa que no podía describir. La chica hizo ademán de retirarse uno de
los auriculares pero se lo impidió con su mano invitándola a continuar con
ellos escuchando la Música.
Podía sentir cada nota escapando del pequeño aparatito e introduciéndose en su cerebro, como si de pronto todas las percepciones de la chica fueran poseyéndolo por cada poro de su piel. La Música le hacía sentir un universo distinto, ajeno al mundo, indescriptible, y sus ojos poco a poco fueron dejando la realidad para percibir algo que no podía explicar.
El autobús inició la
marcha, y sin esperárselo, porque sabía que físicamente era imposible, la chica
le vio, sentado a su lado, sonriendo, sonriendo, sonriendo…
A.R.R. (Quizás...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario