lunes, 26 de mayo de 2025

Ancient Highway

 


Ahora que no sé quién soy (Afortunadamente) y que todo lo que pasa por mi vida se me antoja casi nuevo, rebelde, desconocido, mayoritariamente psicho, me encuentro escuchando un tema de un tipo que debía pensar más o menos como yo ahora (la diferencia es que él era y será por siempre un genio) un tema llamado "The Clown" y ¡¡qué jooooooooooooooooooé!! me suena a esas noches de sueños locos en los que uno se pone a pensar, se duerme, sigue pensando... y hasta que los dioses de la imaginación y el desenfreno quieren.

Menudo caos tengo en mi cerebro, de lo cual me alegro por otra parte, porque cuando el caos va repleto de notas, sinfonías y esos temas que son parte de lo que soy, me guste o sí, sé que la locura aun no me ha abandonado, y eso es la belleza mental llevada al éxtasis (en mi caso, vuelvo a insistir)

Claro, te atraviesa "Fallin' Apart" y lo que te dicen te la trae... al pairo, al patio, al lugar de los bosques ecuménicos, porque vuelo, y vuelo, y sigo volando, y me dejo caer para que el puñado de notas me recojan a unos centímetros del suelo y me ría de la fiesta.

¡¡Hay que ver!! todo tan complicado, todo tan energúmentalmente (toma ya abrazo a la RAE) jodido con los ojos abiertos y los sentidos preparados, y de pronto la transformación del bien, del mal, del acullá, en notas mágicas, místicas, transversales en la línea que nos dicen que es y el cielo (por fin) cae sobre nuestras cabezas y nos hace uno mismo, la piedra filosofal se hace de color rosa fucsia y la guitarra que se desmanda para decirte aquello de "soy una prolongación de tus sueños", pero sueña cuando escuches la magia, la esencia, no a los que no dice nada y encima se creen que dan lecciones de todo.

Y al final es verdad, te encuentras escuchando a tus mitos, tus amigos, tus leyendas, tu yo transformado en un trillón de notas y vinilos de negro azabache y echas en falta que no te lleven hasta el infinito, porque cuando lo estás alcanzando vuelves a preguntarle a un Amigo que es parte de tus entrañas, porqué eres tan bueno y tocas como tocas. Tremenda la letra impresa a fuego en mi piel con esa respuesta que me quema por el orgasmo emocional que me supone: "Toco de oído, ya lo sabes, querido".

De oído, y de cojones, porque una Stratocaster no vibra así si no le das de comer con los dedos, la mente y el alma. Hay algo sensual entre lo que hace y recibo, y en mi caso (él es muy pudoroso para eso) algo sexual porque me vuelve a llevar a esas estrellas que se estiran y se contraen según la Música que escucho, la realidad que me lleva, la verdad que nadie puede quitarme.

Y todo esto por poner Música una tarde anterior a la otra, y a la que fue como posterior, y de pronto el enigma de "Ancient Highway" me abraza, me arropa, me lleva por esa carretera que desde adolescente he querido recorrer deseando que nunca se acabe, que nunca tenga un final, porque paseo por la Música que la crea, con cada crepúsculo de mi piel dejado en el asfalto de mis sueños.


¡¡¡ Explicar la Música es como Explicar el Silencio !!!

sábado, 24 de mayo de 2025

47

 


Catorce años y once meses, una magia sobrevolaba el lugar que me vio nacer. Aquél chiquillo se emocionaba con sonidos que le eran tan desconocidos como parte de sus entrañas, y sin saber porqué, con las pocas pesetas guardadas en una caja de madera, se atrevió a pedirle a un tipo que necesitaba dinero para... ni me importa, que le vendiera dos discos de negro vinilo.

Fue un sueño, una ilusión, un momento que guardé a escondidas durante unos días, y después, cuando me atreví a mover el brazo de aquél compacto que apenas sostenía los 30 centímetros del vinilo, supe que algo había comenzado en mi vida.

Cuarenta y siete años después, siguen conmigo, sin dejarme, sin pedirme cuentas por cómo soy, lo que hago y lo que desdibujo cuando mis sueños rozan las pesadillas. Cuarenta y siete años después, otro 24 de Mayo del año del Señor, sé que sigo siendo porque ellos me hacen parte de lo que son, y juntos me ayudan a seguir soñando en lo que me hace.

Mi Música, Mi Alma, Mi Esencia.

Gracias por seguir conmigo y gracias a todos los seres que saben el por qué de esta maravillosa locura.

¡¡¡Long Live Rock N Roll!!!

miércoles, 16 de abril de 2025

Paseando Por Los Sueños

 XIV



Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


No es por no decir, que llevo mucho tiempo sin decir nada, es porque este día en mi conciencia algo (o alguien, o lo que sea) no me dejaba llegar a medianoche sin haber dado de nuevo la tabarra.

Cuando hace catorce años, allá por el 16 de Abril del 2011, comenzamos a dar forma a un sueño, nada ni nadie me hubieran convencido de que hoy, con las manos en el teclado, lo seguiría manteniendo vivo. 

A pesar de meses de demolición mental que me han hecho aferrarme a la Música, Mi Música, Mi Esencia, de otra manera que no es a través de este espacio, pero que siguen en mis entrañas para hacer que saboreemos juntos los sonidos que emanan del alma, la gloria y el pentagrama.

Catorce años no son nada porque la Música es infinita y nos sobrevivirá siempre, pero en mi caso son la eternidad menos un día porque siempre que hablo, escribo o vivo de ella me va la vida en ello en todo lo que esta vida me da de bueno.

Por catorce mil más de estos, porque la eternidad siempre estará llena de sonidos y por poder hacer que lo que amo siga llenándome y (espero) llenando a quienes lo deseen.

¡¡¡Long Live Rock And Roll!!!


Deja que la Música te inunde, no hace falta más. El infinito lo tenemos demasiado cerca, o quizás nunca lleguemos a él. Si la Música te abraza, déjate llevar, danza con ella, sé su amante, ámala y deja que te ame, nunca te defraudará, puedes ir, volver, escapar, salir, entrar, esconderte, pero si realmente la sientes, la llevas contigo donde sea.

La Música son sonidos entrelazados, pero la Magia de la buena Música, la que realmente sale del alma de los que quieren hacer sentir con ella es algo más, es ese amante que te susurra, esa expresión de absoluta libertad que te dispara, el vínculo de la emoción y los sentimientos.


Explicar la Música es como explicar el silencio

sábado, 1 de febrero de 2025

23

                                 


Como nunca se sabe, y la Música es todo lo que parece a pesar de los que se empeñan en decidir que no es así porque les pueda joder que sea la maravillosa aventura de la mente, una frase que me enseñaron cuando iba de perdidos al río y pasándome todo por "lo incondicional".

"CON LOS DEDOS DE LAS MANOS Y LOS DEDOS DE LOS PIES, LOS C... Y LA P... TODOS SUMAN 23"

Habrá salvedades, excepciones y demás, pero como generalidad no se puede dudar.


LONG LIVE ROCK AND ROLL

viernes, 20 de diciembre de 2024

2025

 



Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido.

Aún hay gente que se empeña en no ver, y pretenden prohibir todo aquello que significa, en todos los lugares en los cuales nuestra Música supera la realidad, lo que nos lleva a ser la Mágica expresión de lo que sentimos. A todos aquellos que son capaces de creer en el susurro de una voz, la inmensa emoción de un solo distorsionado que se aferra a la garganta hasta hacerte suyo, las notas imposibles del acorde que se encuentra ajeno a la lógica, el deseo enorme, emocionado y sincero de que lo Friki siga guiándonos, que lo que los demás digan a que lo seamos nos importe un comino cuando la Música nos abrace, y que todo lo que venga, siendo como somos, nos haga sentirnos un poco más.

Sentirse vivos no es una opción, es la obligación de quienes creen en lo más increíble que ocurra en sus vidas, y en eso la Música es la tremenda guía de emociones sin límites, de sensaciones más allá de la realidad, de la genuina parte que nos llena el alma.

Aún es posible, porque ella lo piensa así.


¡¡¡FELICES DÍAS, FELICES NOCHES Y A PASARLO BIEN!!!

¡¡¡QUÉ JOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOÉ!!!

jueves, 5 de septiembre de 2024

10º

 


Cuando voy a un concierto (no voy mucho porque los anormales despliegan en ellos todo tipo de sabiduría mal entendida) siempre espero que haya una barra cerca. Y no es porque necesite ponerme hasta arriba de cerveza para estar bien escuchando, es que poder apoyarme en algún lugar y si se tercia pues beber ese néctar de los dioses me sugiere y mucho por si acaso.

Leí por casualidad en un cartel que "Los Malequines" se dejaban caer por mi ciudad para rememorar los años en los que eran un grupo más que digno haciendo Hard Rock, y habían elegido un pequeño pabellón para desempolvar instrumentos y ganas después de dos décadas sin subirse a un escenario.

Me llamó la atención y tras comprar la entrada en el bar de siempre (soy un clásico, qué se le va a hacer) el día de autos me encaminé hacia el río, en su orilla derecha, donde seguía en pie ese lugar de tantas y tantas jornadas de placer escuchando Música con los amigos.

Pasados los sesenta ya eliges (o elijo, que no quiero generalizar) mucho estos pequeños momentos que por el destino, la casualidad o las ganas de algunos de no dejar de disfrutar con lo que aman, pueden llevarte a un viaje intemporal a través de tus sueños, y en este caso me lo tomé así.

De los cinco componentes del grupo faltaba el inmisericorde aporreador de la batería, "Ma" que no supo parar a tiempo y ahora estaba contando versos sobre universos paralelos en una institución cerrada al público, pero el resto estaba ahí sobre el escenario sacando los instrumentos para ver qué pasaba.

Media hora antes del comienzo anunciado me encontraba ¡cómo no! perfectamente ubicado en la barra dispuesta para la ocasión, con mi codo derecho apoyado, la cadera sujetando (para que no se descojonara el chiringuito montado de aquella manera) y la primera cerveza a punto de ser saboreada. Poco a poco el local se fue llenando, casi todos teníamos caras de incrédulos y de "A ver qué pasa" hasta que a la hora señalada las luces se apagaron y "Los Malequines" hicieron su entrada en el escenario a través de una cortina del año 60 (el siglo no lo recuerdo) de unos cien kilos de peso para comenzar su concierto.

El saludo al viento y a los que estábamos allí de "Qui", el vocalista, me hizo concebir esperanzas, porque se le veía feliz, como si fuera la primera vez que acariciaba un micro. El resto del grupo,  tenía el mismo aspecto de felicidad, salvo el nuevo batería, un chaval que podía ser nuestro nieto y que con un rictus serio estaba a la espera de poder aporrear lo que tenía bajo sus manos.

La voz comenzó a susurrar las estrofas de uno de sus temas eternos, "El viento nunca sopla a favor" y los acordes de la guitarra de "Le", un virtuoso que nunca pudo llegar donde se merecía, dieron por comenzado el concierto. 

De pronto y sin previo aviso, el tema que servía para soñar se convirtió en una carrera contra reloj porque al chaval de la batería (inquieto él) le dio por marcar un ritmo desenfrenado y salvaje que nadie, ni el propio grupo, se esperaba.

Apuré la primera cerveza y pedí otra, ya que me imaginaba que aquello, vistas las caras de los cuatro, no estaba muy en el guión, y en el segundo trago de la segunda "El viento nunca sopla a favor" dejó de soplar y la Música se cortó en seco. Bueno, en seco cortaron la voz, la guitarra, el bajo y el maravilloso Hammond, porque la batería seguía dale que te pego mientras el crío parecía haber entrado en éxtasis.

El grupo no daba crédito, los que estábamos allí quedamos petrificados por la alevosía del tipo ese, y la barra fue poco a poco llenándose a la espera de que el primer tema terminara en algún momento.

Tras varios intentos (amenazas incluidas con el micro sobre la cabeza) para que parara de aporrear y poder seguir, "Los Malequines" bajaron del escenario y se dirigieron hacia donde ya estábamos todos, es decir, en la barra que hábilmente el del local extendió (visto lo visto) para que pudiéramos caber todos en un par de filas un poco apretadas.

Cinco cervezas después (eso yo, algunos bastante multiplicadas) y treinta y cinco minutos de la demencia como demostración de la angustia vital de un energúmeno a los timbales, los cuatro componentes del grupo nos ofrecieron la opción de un concierto acústico en la entrada alrededor de nosotros mismos, y mientras se escuchaba a lo lejos (no tanto) los truenos que siguen a los rayos en momentos de amalgama interestelar, los que estábamos allí disfrutamos de la vuelta de un grupo y del buen Hard Rock que nos habían preparado.


¡¡Explicar la Música es como explicar el silencio!!


miércoles, 24 de julio de 2024

 


Habían pasado más de veinte años, y no era la ocasión propicia para aparecer de nuevo en ese lugar. Nunca sabes cuando el destino decide hacerte la llamada, ni el motivo para hacerla.

Me costó mucho girar el pomo de la puerta, la que daba acceso al lugar donde miles de veces necesitaba entrar para sentirme liberado, ajeno al mundo y a todo lo que no fueran mis ansias por ser yo mismo. La mano temblaba, pero a fin de cuentas no tenía otra opción, de modo que sin poder calmar la respiración y aspirando el aire de manera torpe, como si estuviera aprendiendo de nuevo a hacerlo, abrí la vieja puerta que mantenía el color que siempre odié.

Una vez dentro, mi mente se hizo la dueña de la situación, y me dejó a un lado para definir qué pasaría dentro de esos pequeños metros cuadrados que me marcaron como ser humano y como persona.

La ventana se encontraba abierta, y la luz de la noche inundaba todo el espacio, pero en instantes todo pareció encenderse y una dulce melodía acarició mi piel mientras mi silueta de décadas atrás se desprendía de mi cuerpo dirigiéndose hacia el lugar donde mi querido Amigo de toda una vida, el tocadiscos que me acompaña desde que soy yo mismo, esperaba siempre para dejarse acariciar.

El brazo buscaba los primeros surcos para hacerles el amor, con el pequeño diamante transformado en ese amante que te hace hablar, gritar, susurrar tras el acto, y las notas de una guitarra excepcionalmente tocada por las manos de un genio me llevaron hacia la nada más absoluta, sintiéndome el amo del universo.

Seguía amándome, esas cuerdas de acero me hacían el amor y yo me dejaba llevar, al son de lo que mi mente requería y con los nombres de tantos y tantos mitos atravesándome las entrañas. Era mágico, algo que siempre quise explicar y que sin embargo nunca pude hacer, a pesar de transmitir de algún modo esa pasión que me ha hecho ser en gran parte de mi existencia. Nunca pude llegar a acercarme para poder enseñar ese sentimiento, y ahora, en los confines de mi mente y con la imaginación trasladándome por los insondables caminos del tiempo, volvía a sentir de manera plena todo lo que hacía que me perdiera cuando me encontraba solo. 

La guitarra, el bajo, los suaves teclados, las cuerdas de unos arreglos hechos arte, todo estaba de nuevo allí, en el mismo lugar, en la misma habitación donde los dioses me hacían ser uno de ellos, con mis manos acariciando el negro vinilo y sabiendo, aún a oscuras, como depositarlo en ese lugar que le hacía girar para expresar amor, deseo, pasión.

No sabía si entrar en el espacio que me daba la vida, aunque realmente ya me encontraba dentro de una manera tan mental que lo real y lo que inunda los sueños se hubieran fundido de manera mística, más allá de la razón y tan cercana a los pensamientos.

El silencio, roto por la Música que comenzaba a llenar el universo, me mantenía en un estado de ensoñación en el cual la imagen fija era la ventana que dejaba entrar la frescura y los colores de la noche, mientras mi imaginación se encargaba de viajar a través de los sueños y los recuerdos, desgranando poco a poco décadas de vida alrededor de unas melodías que me hacían (al menos yo lo creía así) diferente.

Un solo de guitarra me poseyó aún sujeto al pomo de la puerta, recostado sobre el marco, y comencé a llorar. La vieja y eterna melodía sugería momentos de una tremenda alegría, instantes en los cuales era capaz de conseguir todo aquello que quisiera, a través de mi mente y con la única compañía de mis amigos de negro vinilo, que se unían para darme la gloria.

Esa guitarra desgarraba todas las percepciones que podía sentir allí, de pie en la entrada de la mágica habitación, y como contrapunto a su devastador desgarro emocional, los suaves teclados se fundieron con ella para volver a trasladarme donde nada ni nadie podía alcanzarme.

Fue entonces, entre esas notas entrelazadas que componían una preciosa red donde todo se mantenía vivo, cuando sentí en la lejanía una voces tenues, que poco a poco se iban acercando al espacio que formaban la realidad y el sueño hecho uno.

La Música seguía siendo el hilo conductor de todo lo que acontecía, la razón por la que mi mente volvía a vivir esos instantes, y entre su magia y su encanto apareciendo las imágenes difuminadas de algunos personajes que querían vivirla con la pasión con la que yo la amaba, aunque nunca pudo ser igual.

Del mismo modo que un pedazo de mi ser se desprendió de lo que soy para atravesar la estancia y volver a sentir los pedazos de gloria entre sus dedos mientras buscaba el viejo tocadiscos, esas imágenes difuminadas que eran más sonidos que visiones se movían de manera errática al son de lo que nos abrazaba, la guitarra y el inmenso placer de sentirla arañándote la piel.

Volví a “ver” esas manos que hacían de genio mientras nos embobaba con su manera de acariciar el acero, como en la bruma que atraviesa y se posa en el río una mañana de invierno, y los rostros expectantes por lo que pudiera venir después.

Toda mi infancia, la juventud y parte de mi historia como adulto alrededor de la Música ha sido una escucha más que una percepción visual de la misma, y así lo he entendido siempre, a pesar de las nuevas formas de hacerla llegar, a pesar de lo que te sugiere disfrutar de unas manos, una garganta en pleno éxtasis, unos pies que marcan el ritmo y dan sentido a todo lo que llega tras esos momentos.

Nunca he sentido nada igual como en los momentos en los cuales mi imaginación libre y en estado puro de pensamiento “veía” lo que mis entrañas deseaban, dejando que todo lo que mi alma quería de la Música se hiciese parte de mí, y ahora seguía igual, con la luz de la noche atravesando con sigilo la ventana y el pequeño cuarto convirtiéndose en el túnel del tiempo hacia mis emociones, buscando, escudriñando, queriendo encontrar más allá de ese olvido en el que me había sumido después de tantos años.

Los viejos vinilos se afanaban por ser acariciados, en las manos de un chaval que comenzaba a conocer algo de la gloria que le llenaría toda su vida, o por ese pequeño diamante que les hacía hablar y contar las excepcionales historias que llevaban impresas en cada surco.

Mi mano quiso ir hacia el infinito, ese espacio donde siempre he querido estar y en el cual mis sueños me han dejado imaginar con cada pieza escuchada, cada sonrisa que se escapaba ante un tremendo y emocional tema, pero el pomo de la puerta tiraba de mí y poco a poco, la luz que llenaba la habitación desde la noche fue desapareciendo ante mis ojos, las figura difuminadas se desvanecieron en la bruma, y mi yo escapado de mi alma volvió a unirse conmigo.

Veinte años y de nuevo el silencio, la puerta cerrada sin esperar que volviera a visitarla, la Música como alma de una vida en los confines de mi esencia.