Soy
como una sombra, un sonido, unas palabras que quieren envolverte y se pierden
en la línea ficticia que crea el auricular, sin poder llegar con mi aliento a
través de tu cuello, sin poder erizarte la piel con el roce de mis palabras
vertidas a la nada, sin poder entrar en ti desnudándote lentamente para
escuchar el sonido de la prenda que cae y deja ver el paraíso, sin poder
escuchar el latido de tu corazón que me llama con la última palabra y el gemido
de la imaginación.
Al
final, el fundido en negro de la última escena se cierra tras de mí cuando
acabas en tu mano el folio que indica el término del sueño, cuando el auricular
descansa de nuevo en su lugar, cuando la Música silencia su frase y deja de
amarte.
Soy como una sombra, demasiado oscura, demasiado lejana, demasiado inexistente…
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