domingo, 29 de diciembre de 2019

2020


Ser Friki es lo que tiene, que uno va sumando años en lo físico y a la vez se los va quitando en lo racional, lo lógico, lo que nos hacen creer que es lo que debe ser y al final es una mierda.

Este espacio no inventa nada, quiere ser, a través de la Música, un lugar para soñar, para perderse, para pasear por eso que sólo la magia de los sonidos puede provocar, los sueños, porque al final todo nos viene dado, todo es una vuelta de tuerca de lo que nos han enseñado, y uno ha querido creer, ir un poco más allá, perderse en sus propios sueños.

Frikis somos y no sólo no lo negamos, sino que nos hace palpitar cuando una sensación convertida en Música nos abrasa, cuando ese sin sentido que son las notas que te arrancan el alma te envuelven y te laceran, cuando, tras cada nota, las imágenes de los que nos enseñaron siendo adolescentes vuelven nítidas y claras para sonreír por poner eso que nunca está bien puesto.

Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido, porque no se concibe la Música sin la libertad más absoluta de espíritu, de alma, de mente, de sentimientos, queremos, de nuevo, y ya van para 8 años y 7 meses o por ahí, las gracias por estar, por soñar, por decir que estamos locos cuando Zappa, sus seguidores japoneses y todos los maravillosos locos del mundo revientan los sentidos, por seguir un espacio que no tenía pinta de seguir con nadie, por creer que aún es posible cuando la aguja de diamante hace el amor al vinilo y suena eso que llamamos magia, y que no es otra cosa que la Música llevada a la quintaesencia de la sin razón, la nuestra.

Para todos los que aún quieren creer, 
¡¡¡Felices Días, Felices Noches y a pasarlo bien!!!
¡¡Qué Joooooooooooooooooooooooooooooooooooooé!!




En especial, y porque sin ellos no hubiera sino posible nada, A mi Amor, Goyo, Antonio, Pedro, José Antonio, Noni, Eduardo, Pablo, Charlie, Javi, Fernando, Mª Paz... y esos espacios sublimes donde la Música era, es y por siempre será una religión, Galaxia, Charlie Blues, Discos Melocotón, Harmony Rock y el cuarto de Música donde mis amigos de negro vinilo siguen (sin saber por qué) amándome y dándomelo todo cuando suenan para hacerme soñar.