sábado, 27 de marzo de 2021

Tomita

 


Higashi Hiroshi

 


Kitaro

 


Tsuyama Atsushi

 


De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLVIII

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Tomita (The Bermuda Triangle) 1979




Durante mucho tiempo, demasiado quizás por motivos de tecnología, una idea sobre OVNIS, seres del más allá, naves desconocidas, y enanitos de mil colores coparon los medios de comunicación e hicieron que la imaginación de los terrícolas se disparara hacia... ni se sabe.

Tomita hizo suyos estos miedos, creencias y episodios desconcertantes para crear "The Bermuda Triangle" una obra que penetra de manera directa en la mente de quien la escucha y entre creaciones propias del autor y transformaciones extremas (en este disco las versiones de los clásicos y del cine son brutales y ajenas a lo ortodoxo) de Música conocida crea una fascinante representación de la mente de un individuo envuelto en lo desconocido, los miedos y temores ante lo que nunca nos habían contado.

Como reza en el propio disco, "The Bermuda Triangle" es una fantasía musical de ciencia ficción, y a fe que la descripción es perfecta, porque en este caso Tomita va más allá de lo creado hasta entonces y se deja llevar por la "locura trascendental" de su intelecto para crear un universo ajeno a la lógica, lo terrenal y todo lo humano.

Los instrumentos electrónicos de propia creación se dan un festín para girar los sonidos en torno a una Música que es toda ella misterio, miedo, temor a lo desconocido, llamadas a seres de otros mundos y búsqueda de ese viaje que muchas veces queremos suponer pero que no podemos imaginar sin el terror de intentarlo.

Escuchar esta obra de madrugada, con la oscuridad abrazándote y tu mente buscando un por qué es algo que lleva hasta el éxtasis o a lo depravado, y en mi caso todo confluye en lo que esta maravillosa mente en un cuerpo de nombre Tomita entrega. Herejía o genialidad, depende de cada uno.

Isao Tomita todos los instrumentos, imaginación y genialidad.




De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLVII

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Tomita (Kosmos) 1978




Lo de Isao Tomita ha sido siempre fascinante. Un creador con nombre propio que no solo hizo suyas (a su manera, por supuesto) obras clásicas eternas y momentos estelares del séptimo arte, sino que dotó a sus creaciones de una imaginación tal que todo en él era pura fantasía basada en los sueños de un creador inigualable.

Y es que desde el momento en el cual toda su producción de instrumentos eran inventos realizados desde su talento como ingeniero, a partir de aquí los sonidos que ofrece en sus obras son como mínimo diferentes, y eso ya es algo que te hace disfrutar de la Música desde una perspectiva distinta.

"Kosmos" es otra de esas fantasías basada en obras clásicas, del cine y de su mente, y llevada al vinilo con la personalidad excepcional de este músico que se negaba a serlo.

Todo lo que propone la obra es un viaje, fascinante o no depende de tu mente, porque no por conocidos los fragmentos que componen "Kosmos" son habituales, ya que Tomita los transfiere al vinilo desde un punto de vista que va más allá de lo que la realidad terrenal supone, iniciándonos en lo que se escucha hacia un viaje fascinante al fondo de la mente.

Tomita se deja llevar por su pasión, el cine y la Música clásica y en "Kosmos" transmuta con su sabiduría para manejar los teclados la Música de siempre en un paseo por el cosmos que nunca se sabe si será eterno o lo que duren tus sueños.

No es la de Tomita una Música fácil de entender, porque a pesar de ser todo entendible, los movimientos que se permite desde la idea del más allá pueden parecer herejías que no todos aceptan, aunque en mi caso es una maravillosa manera de volver a muchas cosas desde otro nivel de entendimiento.


SIDE ONE:  "Star Wars" main title;  Space fantasy;  The unanswered question

SIDE TWO:  Peer Gynt: Solvejg's song;  Hora Staccato;  The sea named "Solaris"

De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLVI

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Kitaro (Silk Road 2) 1980




En la segunda entrega de la imaginería convertida en Música, de la epopeya del hombre buscando caminos para unirnos en lo físico, lo emocional y lo comercial, Kitaro da una pequeña vuelta de tuerca a su obra y a sabiendas de que ya nos tiene realizando ese sueño musical que cubre la mente hacia los confines de lo imposible, va sembrando de belleza (más aún) cada episodio contado.

Un viaje, una espera, un deseo, una manera de buscar el infinito, una señal en los corazones y la Música como evento que todo lo une, como hacedora de la ensoñación que nos hace creer que nada es imposible, que los caminos son difíciles, pero parte de nuestra historia, que somos finitos dentro de las ideas sin final que nos proponemos.

Kitaro es un genio, y como tal puede persuadirnos a través de su Música de que todo es una ilusión que se convierte en realidad, y allá por los comienzos de la década de los ochenta provocar que seamos pioneros en la búsqueda de caminos, razas, pueblos y culturas.

Una segunda parte llena de lirismo, continuación del primer intento para persuadir y con la idea de hacer creer de manera plena y consciente, a través de unos teclados que juegan con los momentos excepcionales que el creador provoca, entre instrumentos tradicionales, modernas percusiones o teclados creados para la ocasión.

La mayoría de los sonidos que nos envuelven son como parte de la orquestación que llena nuestra mente, buscando lo etéreo, lo eterno de la distancia, lo imposible llevado de nuevo a nuestras manos, y a través de la magia hecha Música por el autor vivimos ese viaje de la ruta de la seda que ya no nos es tan lejano.

Una fascinante manera de contar y narrar sin palabras, sin relatos del más allá, solo con la Música, tu imaginación y las ganas (si las tienes) de entender algo infinito.


Side A:  Shizukesa no nakade;  Nagaruru suna;  Inochi no izumi;  Shichu no michi;  Shimpi naru suna no mai

Side B:  40080;  Jikukan;  Saisei;  Yoake;  Tenzan


De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLV

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Kitaro (Silk Road 1) 1980



Las epopeyas hay que saber contarlas, y si ya es difícil hacerlo de viva voz o con palabras que llenan los folios en blanco, trascender lo que se quiere decir y hacerlo entender a través de la Música tiene un mérito mayor aún.

Kitaro, leyenda de la Música en Japón desde sus inicios como parte de uno de esos mitos de trascendencia eterna del Prog. Rock nipón y más allá desde su carrera en solitario, se atreve (porque puede) a invitarnos a un viaje fascinante por los caminos legendarios que llevaban al comercio de la seda.

Evidentemente todo es lo que la mente de uno quiere entender, y en este caso los mitos y dibujos en el infinito de lo que aconteció y fue una vía de apertura en la relación de los pueblos de la humanidad, son tantos y de tal magnitud que se antoja poco y casi insignificante lo que el autor, el maravilloso teclista que dio forma a tantos enigmas musicales más allá del entendimiento, quiere demostrar, pero esta primera entrega nos pone en el camino de llegar poco a poco a comprender, subyugados por los sonidos de sus creaciones, ese laberinto de historias que forjaron una parte única de la historia del ser humano.

"Silk Road 1" juega con la llegada de la idea, mueve las emociones más allá de lo que puede ser y te pone en la mente de aquellos atrevidos que se lanzaron a construir un universo del cual todos hemos bebido.

Sea en forma de serie televisiva, o como imagen de un deseo, la banda sonora de esta epopeya es de una belleza incalculable, y abre la mente (del que quiera, por supuesto) para ensalzar el valor de unos pioneros que no sabían de fronteras, algo que hoy por desgracia se ha perdido (por mucho que nos quieran vender la mentira en la que vivimos)

Para soñadores, libres pensadores, amantes de lo imposible, una obra que es un viaje apasionante.


Side A:  Shichu no michi;  Shoro;  Tenchi sohzo shin;  Harukanaru Taiga;  Chohjo;  Hiten

Side B:  Silk Road Genso;  Hikari to k age;  Nishi ni mukatte;  Toki no nagare;  Bosatsu;  Towa no michi

domingo, 21 de marzo de 2021

Demetrio Stratos

 


Maestro Della Voce

 



A Mi Amor

Van

 


De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLIV

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Krokus (Metal Rendez-Vous) 1979




Traigo este disco a nuestro espacio por nostalgia pura y dura. Dicho ésto, no me parece mal que de vez en cuando los recuerdos me permitan revivir momentos alrededor de una mesa con los amigos, los dieciséis años y muchas ilusiones que aún eran posibles de hacer realidad.

Por lo demás, el cuarto álbum de Krokus, el grupo suizo de Hard (casi rozando ya el metal que comenzaba a perfilarse para desgracia de la buena Música potente y dura) es lo mejor de su producción, pero eso, de su producción.

Y es cierto que en algunas canciones no andan muy lejos del Hard que seguramente mamaron y que les hizo embarcarse en la aventura de la Música, de ahí que sea con diferencia su mejor trabajo y el más aprovechable. 

El Hard de finales de los setenta buscaba otras variantes al estilo (no entiendo muy bien por qué, porque si algo no está roto no creo que deba arreglarse) y grupos como Krokus veían esa oportunidad para poder hacer suya una Música más sonora que comenzó a dar lugar a otras cosas.

Lo curioso es que los mejores temas del disco, y que sí que se sienten porque están elaborados y con muchas ganas, son los que se empeñan en provocar momentos de complejidad con las guitarras y la sección rítmica contenidas, jugando con los tiempos y paseándose por el gusto de soportar los solos de manera más que notable.

Supongo que Krokus se vio pillado entre dos aguas, y con "Metal Rendez-Vous" quisieron ir "hacia adelante" sin dejar esa base que era la Música de calidad en el Rock Duro, el Hard y todo lo que significaba.

En conjunto, y a día de hoy, se queda uno con pocas cosas, pero esas están más que bien. Temas como "Streamer", "Tokyo Nights" o "Fire" aún suenan a buen Rock, y lo demás puede subirse al tren del todo y se escucha, aunque alrededor de una mesa y siendo un adolescente ya no.

Marc Storace voz. Tommy Kiefer guitarra, voces. Fernando Von Arb guitarra y voces. Chris Von Rohr bajo y voces. Freddy Steady batería y voces. Juerg Naegeli teclados y voces.


SIDE ONE:  Heatstrokes;  Bedside radio;  Come on;  Streamer;  Shy kid

SIDE TWO:  Tokyo Nights;  Lady double dealer;  Fire;  No way;  Back-Seat Rock 'N' Roll



De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLIII

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Black Widow (IV) 1972




Extraño y maravilloso artefacto el que nos visita en este nuestro espacio "Paseando Por Los Sueños", uno de esos discos que me encantan porque además de la Música llevan aparejadas historias fascinantes en lo que fue su creación y lo que significó para la banda.

Black Widow fue uno de los más grandes grupos de la época haciendo Dark, ya fuese con temas satánicos, oscuros... y sus primeros trabajos son una demostración de calidad en ese sentido que realmente apasiona.

Sin embargo, ya fuese porque no eran considerados en los círculos de público y menos de crítica, tras tres discos de mucha calidad e innegable originalidad, su cuarto trabajo, este "IV" que por su título no engaña a nadie, se transformó en un giro descarado hacia un Prog. puro y sin fisuras, demostrando la capacidad creativa y lo que llevaban dentro.

La pena es que fue el canto del cisne de Black Widow, de hecho en la época ni siquiera se publicó y fue rescatado del olvido veinte años después. Afortunadamente, ya que todo se puede ver desde varias perspectivas, lo podemos disfrutar, y la verdad es que merece la pena.

Se perdió el endiablado planteamiento Dark, pero la demostración de Prog. de calidad es una auténtica gozada. Un disco tremendo, instrumentalmente perfecto, con un manejo de los instrumentos por parte de los músicos que desmienten demasiadas cosas de esos grupos que sólo pretendían imagen y poco más.

El conjunto es un disco que encaja desde la creación de los temas, la interpretación maravillosa de los mismos y la manera de entregarlo, con una producción de lujo (hecha por el propio grupo) que ayuda y mucho a lo que se escucha.

Elegante, bello, un viaje por épocas pasadas que se funden con una imaginación que te hace volar mientras los teclados, los vientos y las cuerdas se unen en uno solo. Tremenda la voz de Kip Trevor que parece ejercer de trovador contando (cantándolas) historias eternas.

Disfruta del Prog. de calidad de la mano de Black Widow y su álbum "IV"

Kip Trevor voz. Clive Jones flauta saxo y percusión. Geoff Griffith bajo y voces. Zoot Taylor órgano. Romeo Challenger batería. John Culley guitarra y voces. Rick E. voz


Side A:  Sleighride;  More than a day;  You're so wrong;  The Waves

Side B:  Part of a new day;  When will you know;  Floating;  pictures in my head;  I see you

De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLII

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Atomic Rooster (Made In England) 1972




Creo sinceramente que nunca se le ha dado el valor real que tenía Atomic Rooster; se puede pensar que la profusión de grupos de Hard Prog. de calidad en la época siempre se llevaban por delante a algunas bandas y no se podía abarcar la inmensidad de la producción que existía, o simplemente se trató de un caso de mala suerte.

Dejando claro que el grupo siempre me ha gustado, y que algunos de sus discos me parecen de una calidad incuestionable dentro del estilo, me resulta muy atrayente comentar en nuestro espacio este "Made In England", que sin ser su obra más significativa, deja claro que estos tipos sabían lo que se hacían, y además muy bien.

Un poco menos elegante en su planteamiento Prog. y más descarnado en el concepto, el disco tiene una fuerza que llama la atención, atreviéndose en algunos momentos con mezclas de estilo de lo más sugerente, como el Soul y el Funk, aunque obviamente nunca deja ese Hard Prog. que lo identifica.

La voz de Chris Farlowe ayuda en ese impacto que es el trabajo durante toda la duración del mismo, con una fiereza en su manera de cantar que parece que se vaya a comer el mundo. A partir de aquí la Música gira en momentos más duros que en otras ocasiones, con los teclados de Vincent Crane dando ese toque exuberante y diabólico, como si nos invitase a un viaje por los infiernos con... mucho cuidado.

Es cierto que la intención del grupo es alejarse un poco de su primeros trabajos, marcando una línea más Hard sin dejar nunca los sentimientos Prog. que marcan su trayectoria, y consiguen que "Made In England" salga bastante bien parado a la hora (obligatorio en tantas ocasiones y a veces no entiendo por qué) de compararlo con la mejor y más brillante época de la banda.

Un disco para disfrutar del buen Prog. con instantes de lo más personal y ajeno a muchas líneas marcadas de manera (en mi opinión) excesiva dentro del estilo.

Chris Farlowe voz. Ric Parnell batería y percusión, voces. Vincent Crane teclados. Steve Bolton guitarras.


Side One:  Time take my life;  Stand by me;  Little bit of inner air;  Don't know what went wrong;  Never to lose;  Introduction / Breathless

Side Two:  Space cowboy;  People you can't trust;  All in satan's name;  Close your eyes;  Goodbye planet Earth;  Satan's wheel


sábado, 20 de marzo de 2021

Algo

 


Un río baja misterioso, pero ya no temo a esta locura, ¿de dónde crees que he sacado tantos kilos de ironía?

No dejo de amarte, ni a todas estas utopías, esas que nos hicieron creer que merecía la pena gastar nuestras horas pensando en el otro mientras los mediocres sonreían sin saber por qué.

Un río se oculta a su paso, bajo mis pies siento la corriente que me arrastra, pero mantengo firme mi rostro al viento, dejando que mis cabellos te busquen más allá de los confines del mundo, donde las fronteras no existen y el agua nunca se enturbia.

Ya soy ligero como la brisa que me envuelve, no pueden tocarnos, no mientras nuestras manos sigan buscándose, las almas desvaneciéndose en los sueños y las fantasías ocupando cada espacio en el contorno de nuestras vidas. El río cubre en su regazo los deseos más ocultos, esas mentiras que no podemos fingir y que nos hacen estar junto al otro, queriendo saborear el flujo de vida que corre por nuestras venas al escucharnos, encerrados en un espacio que sólo tú y yo conocemos.

Duermo sobre espinas cuando te deseo y no te encuentro, grito a la nada tu nombre empapado en mis historias, busco tras las esquinas tu rostro encendido por la pasión que nos envuelve, vuelo con tu cuerpo unido al mío hacia nuestros sueños, más allá de cualquier razón, inmerso en el imposible de tu mirada.


A.R.

Roy

 


Keep On Smilin'

 


Ahora Que Me Voy

 


Ahora que me voy, quizás tus lágrimas afloren sinceramente por primera vez, buscando en el camino la estela de mis pies cansados.

Desaparecerá de tu rostro la tristeza que tantas veces me hacías llegar cuando mis manos dibujaban tu figura en mi cuerpo.

Ahora que me voy, perderé la vida que quise vivir contigo cuando las promesas me hacían estremecer sintiendo tus palabras con frases eternas.

Mirando al infinito podré llevar conmigo la nada a mis espaldas, porque la nada me queda después de haberme abandonado aquél día de sueños rotos.

Ahora que me voy, no volverás a verme de rodillas suplicando un abrazo cuando creía que tu llanto era por mis actos, esos momentos que perdía para inspirarme con tu cuerpo desnudo.

Los sonidos que hacía que fuésemos uno se perderán en tu memoria para no recordarme cuando levantaba tu alma hundida por todo aquello que te hizo sufrir antes de estar conmigo.

Ahora que me voy, sin una razón para alejarme, sin un por qué, salvo tu desprecio tras haber vivido de nuevo a través de mis besos, mis caricias, mis llantos, cuando las lágrimas de la incomprensión que llenaban tus entrañas las hice mías…

Ahora que me voy camino sólo, sintiendo que quien se aleja eres tú, a pesar de haber querido estar a tu lado, con el horizonte como compañero y el hueco de tu cuerpo en mi lecho de leña bajo las estrellas.

Todo lo que siento se aleja conmigo, porque voy muriendo lentamente, aunque mis ojos no sienten el llanto por el posible final, derraman lágrimas por haberte amado durante ese tiempo que desaparecí para ser tú misma.

Ahora que me voy dejo que vivas lo que nunca supiste vivir, esperando que tu odio no salpique mis sueños de soledad, esa amiga que de nuevo vuelve a reclamarme para sentirme, quizás, por última vez.

Busco en tus ojos algún rostro de ternura y sólo encuentro la sonrisa del adiós, no he quemado mis naves contigo, aún me quedan muchas cosas por hacer, pero no quiero hacerlas, hay que saber poner el final a cada historia, y mi epitafio lleva escrito demasiado tiempo, lo esculpiste a fuego en mi pecho aquella noche de mentiras y promesas rotas.

Ahora que me voy no volveré la vista atrás, el gran misterio de la muerte me acogerá por fin, sonreiré viendo tu rostro feliz por mi partida, y mis dedos dibujarán de nuevo tu silueta en el viento, sabiendo que desaparecerá para siempre, alejada por la suave brisa que acaricia mi cara.

La Música será un suspiro, una caricia, y no volverá tu voz por encima de esos sonidos que seguirán envolviéndome como la mortaja que llevaré eternamente.

Ahora que me voy… seré de nuevo la sombra de un deseo, una promesa, un recuerdo.


A.R.

De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXLI

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Journey (Infinity) 1978




En lo que a mí respecta, el álbum del cambio definitivo de Journey hacia el Rock que les hizo ganar fama y fortuna.

Tras unos primeros trabajos donde casi todo en algún momento cojeaba, la incorporación del vocalista Steve Perry dio un salto cualitativo en la manera de ver la Música del grupo, además de ser una de las características inconfundibles de la banda, ese tono agudo que hacía suyas las canciones.

También se trata del último trabajo del batería Aynsley Dunbar, y esta sí que es una pérdida sentida, porque el valor como músico de este gran batería es incuestionable.

El álbum se convierte en ese salto donde la Música de Journey se llena de Rock creado para satisfacer a las grandes audiencias, con temas de lo más asumibles, fáciles de cantar y sobre todo muy identificables con la banda, que se va creando un espacio propio en el panorama musical del Rock entre Hard y AOR que se estilaba.

"Infinity" aún deja claro que eran más de lo que las ventas decían, y que a la hora de componer todavía lo coral estaba por encima de lo individual y eso llena mucho más los temas. Las canciones de empaque más duro, obras casi todas o en compañía de Neal Schon aún rezuman ese Rock Duro de principios de los setenta que poco a poco fueron perdiendo, y la demoledora sección rítmica se hace notar mucho.

Un disco que como despegue definitivo de la banda tiene más de positivo que no, y que va cimentando las bases de ese grupo que era capaz de llenar estadios y hacer seguir himnos que son parte de la cultura del Rock de finales de los setenta (en este trabajo "Wheel In The Sky" es una buena muestra de ello)

Una banda de Rock que se escucha en lo que es, con momentos estelares (eso no creo que se lo pueda quitar nadie) y discos como este "Infinity" que son una guía perfecta de la Música que se hacía más allá del océano llamada Rock.

Neal Schon guitarra y voces. Steve Perry voz. Ross Valory bajo y voces. Gregg Rolie teclados y voces. Aynsley Dunbar batería y percusión


A:  Lights;  Feeling that way;  Anytime;  La Do Da;  Patiently

B:  Wheel in the sky;  Somethin' to hide;  Winds of march;  Can do;  Opened the door




De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXL

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Chris Hillman (Slippin' Away) 1976




Dicen que Chris Hillman compuso "Slippin' Away" para conmemorar el bicentenario de los USA. Supongo que será cierto, pero afortunadamente en el disco no hay nada de patriotismo convertido en Música, y eso en lo que a mí respecta se agradece.

Este tipo es una grande, una leyenda de la Música en general y del Country Rock en particular, y su primer trabajo en solitario una demostración de lo sobrado que va para entender la Música y lo que significa crearla.

Tampoco se puede dudar de lo que significa su nombre en los círculos musicales, porque el disco es una reunión de genialidades que se conjuran para hacer que todo lo que se entrega sea un tratado de buena Música, que sin irse a lo que pudiera ser una joya se transforma en un puñado de canciones tan asumibles como buenas, con todo lo necesario para que suenen a lo que es, Country Rock de mucha calidad.

Una buena piedra de toque para saborear el talento de Hillman ajeno a otros compañeros de reparto en bandas y reuniones varias, aunque no por ello menos gustoso para escucharlo, y un buen momento para volver a disfrutar de lo que ha hecho grande a este tipo.

La voz de Hillman se eleva majestuosa sobre la Música, en ocasiones junto a los músicos (que son muchos) que le acompañan en la grabación, y con esos conjuntos corales sustentando lo que quieren, se dejan abrazar por la Música, especialmente por las guitarras que traen a un primer plano la esencia del Country Rock tal y como lo ideara Chris Hillman en su primeros momentos como músico.

A partir de aquí todo viene rodado, entre la sección rítmica poderosa que se encarga de sostener todo y los pianos, teclados, pedal steel (¡¡cómo no!!) slide y la unión de una manera de crear única y preciosa, el Country Rock entendido desde la mente de un genio del estilo.

Para disfrutar, creer que aún es posible y entender por qué algunos músicos son eternos.


SIDE ONE:  Step on out;  Slippin' away;  Falling again;  Take It on the run;  Blue morning

SIDE TWO:  Witching hour;  Down in the churchyard;  Love Is the sweetest amnesty;  Midnight again;  Lifeboat


De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXXXIX

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Firefall (Undertow) 1980




En grupos como Firefall un disco no es uno más, y aunque este "Undertow" no se puede decir que sea lo mejor que hicieron, sigue manteniendo intacta la calidad del Rock que con tanta facilidad creaban, sin perder en ningún momento los rasgos típicos de la banda y la Música que les hacía ser quienes eran.

La perfecta máquina de hacer Música engrasada desde la base de unos temas que se reciben de manera fácil y preciosa, pasando por la transformación en el vinilo de unos músicos que estaban bastante sobrados para hacerlo, entregan de nuevo un disco compacto, unido entre sí por cada tema de manera uniforme, sin fisuras y sobre todo sin altibajos en la calidad del producto final.

Un estilo que no por escuchado se desea menos, porque esta Música llena los silencios desde esas guitarras que se encargan de ir manteniendo la base de los ritmos y solos en unos instantes de belleza roquera, a partir de las bases rítmicas que las mantienen y con los tremendos instantes de los teclados y acústicas paseándose por todos lados.

Voces que se acoplan de manera perfecta, conjuntos corales que ayudan (y mucho, todo sea dicho) a hacer más que efectivas las creaciones de un Rock calmado, suave, de toda la vida. Preciosa la conjunción de las seis cuerdas mientras las gargantas recitan estrofas que te envuelven sin ninguna dificultad, un atisbo de momentos eternos donde el Rock transformado en ráfagas de Country se deja entrever.

"Undertow" no tiene nada que no se sepa, pero no adolece de nada de lo que se le supone, con unos temas perfectamente estructurados, una banda que realiza su trabajo de manera perfecta y un resultado final que es una alegoría a la perfección musical dentro de su estilo y de lo que se pretende entregar. 

Un disco para disfrutarlo, sabiendo que los matices hay que encontrarlos en cada nota, en esos momentos donde aparecen cosas que hacen que todo se eleve, y así poderlos disfrutar.


ONE: Love that got away;  Headed for a fall;  Only time will tell;  Laugh or cry;  Stardust

TWO:  If you only knew;  Some things never change;  Business Is business;  Leave It alone;  Undertow


De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXXXVIII

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Gerry Rafferty (Snakes And Ladders) 1980




Las personalidades autodestructivas suelen sentirse más allá de lo que realmente provocan, y en el caso que nos ocupa, un músico con un talento excepcional, se veía al margen de lo que le hacía grande, su Música.

Cuando todo es oscuro, y no buscas la luz porque no sabes dónde encontrarla, lo menos que puede pasar es que el crack se haga realidad sin esperar nada más, y al menos en el caso de Gerry Rafferty lo que se asemejaba a esa luz eran las obras que entregaba envueltas en una Música que destilaba la pasión que le hacía ser él mismo.

"Snakes And Ladders" es un momento más que atípico en su discografía, salvados los momentos de penumbra musicales, de desarraigo con antiguos compañeros y lanzado a demostrar que como músico merecía la pena y mucho. Podría parecer una obra menor en su discografía, pero en mi opinión es el canto del cisne de alguien que creía en lo que salía de su alma, las notas transformadas en una Música de una calidad incuestionable.

El disco rezuma positivismo, clarividencia y ganas de comerse el mundo, algo que en Rafferty se pagaba muy caro, y cada tema es una bocanada de aire fresco que te llega con una inusitada alegría. Un momento de éxtasis (quizás no querido pero inconscientemente provocado) que tema tras tema van conformando una obra que se escucha con una facilidad endiablada, con unas ganas locas de degustar cada espacio que escapa del vinilo y que se mete en la piel.

Porque quizás necesitaba expresarse una vez más antes de caer de nuevo y su pluma escribió temas donde ese rayo de esperanza aún perduraba, o quizás quisiera transformar los colores y acercarse a los tonos más claros y alegres, pero el caso es que "Snakes And Ladders" te entra como un disparo y te hace saltar al ritmo de una Música eterna, ese Rock al uso que tantas y tantas veces ha movido el mundo y seguirá haciéndolo a pesar de todo.

Para dejarse llevar, algo tan difícil que se antoja necesario.

SIDE 1:  The royal mile;  I was a boy scout;  Welcome to Hollywood;  Wastin' away;  Look at the moon;  Bring It all home

SIDE 2:  The garden of England;  Johnny's song;  Didn't I;  Syncopatin Sandy;  Cafe In Cabotin;  Don't close the door


domingo, 7 de marzo de 2021

Caballo de Hierro III



El asiento vuelve a abrazarme, y cerrando los ojos me dejo poseer por la maravillosa “Easter Wind” ese desgarrador grito a los valles de Irlanda, para volver al paisaje que se mueve al son que el tren le marca, ahora más calmado, apurando los últimos instantes de otro viaje más, otro recorrido por mis sueños, más allá de la memoria.

Aún quedan unos diez minutos de entrega, en los cuales la voz educada y amable de uno de los chicos con impecable traje azul nos anuncia la llegada a mi destino, aunque todavía quedan polígonos que recorrer, nuevas urbanizaciones y parajes a medio hacer por los ingenieros que trazaron el nuevo recorrido de la modernidad.

Es en uno de esos parajes inertes, donde más cruelmente se nota la mano del hombre, en el que decido levantarme para el último ritual de cada viaje, coger mis cosas, que en este caso no es más que mi chambergo negro de crudo invierno, y salir hasta la separación de los coches (el 9 y el 10 para más señas en este evento) donde aguardo la llegada definitiva a la estación de destino.

Las ventanas me permiten de nuevo disfrutar con esos instantes de lentitud, de pausa, en los cuales las vías te siguen, juegan, saltan, cambian, se cruzan y vuelven como si tomaran entre sus brazos el convoy al que colocan de forma cuidadosa en su lugar definitivo para que los que decidimos terminar nos desparramemos por andenes, escaleras y vestíbulo. La puerta se abre con su ligereza habitual, gracias al automatismo de no sé qué, y accedo al granito del suelo de la estación buscando rápidamente la escalera mecánica que me saque de allí, porque en estos instantes el recuerdo ya no existe, ni el blanco y negro cubre mis sentidos, necesito escapar para buscar mi mundo, y ya no me fijo en el tren que se aleja por la larga vía camino de ninguna parte, yo ya he hecho mi camino y ahora busco el final de mi escapada.  

Iron Butterfly llega, dieciséis minutos para seguir, sin hierro bajo mis pies, deslizándome por mis sueños, a fin de cuentas… “In-A-Gadda-Da-Vida”.


Caballo de Hierro II

 


El lento despegue de este moderno caballo de hierro a través de la ciudad brinda la oportunidad de mirar los entramados de cables y edificios que parecen abalanzarse sobre nosotros, parte de una ciudad desgarrada en sus entrañas y que busca crecer rodeando todo lo que ahora ocupa la remodelada estación. Las vías vuelven a cruzarse y entrecruzarse en un juego sin fin, divertidos momentos que me transportan al blanco y negro de mi niñez, cuando entusiasmado me dedicaba a contar los viejos maderos que antaño sujetaban los rieles de acero. Ahora es igual, o bastante parecido, el hierro continúa brillando en esta tarde de Sol que se refleja en las vías, jugando vivamente con las formas en el camino.

Hoy apenas hay espacios curvos exagerados, pero aún se puede disfrutar de algunos lugares en los que la mano del hombre ha tenido que plegarse a los caprichos de la naturaleza, y encontrar zonas donde las curvas y contra curvas permiten divisar el resto del tren como siguiéndote a la espera de poder alcanzarte. Todo es más recto, más sereno, más uniforme, pero las sombras siguen estando ahí, paralelas a lo que tu vista alcanza, la sombra de los vagones, de los pasos elevados, de todo lo que confiere al viaje la sensación de cambio y de ir consiguiendo lo que buscas, llegar, dejar para retomar, sentirte vivo.

La Música inunda mi alma, y con ello todo mi ser, trayendo a mi rostro esa sonrisa que lo cubre cuando los interminables campos de esta tierra se extienden entre el universo y mi espacio en el vagón, y de nuevo los recuerdos se cruzan con una realidad a 156 kilómetros por hora para divertirme con los interminables bailes y balanceos de los cables de alta tensión, que nos persiguen desde el cielo, acercándose, alejándose, subiendo, bajando…

De niño mi imaginación se iba con ellos, creyéndome como un surfero en el cielo, deslizándome sobre el acero de los cables para saltar al llegar a las torres de alta tensión, que me servían de trampolín para el nuevo reto a la gravedad, a la realidad y a la fantasía. Ahora estas torres dan más miedo, gigantes de innombrables formas que se alzan altivas como parte del poder del hombre sobre la Tierra (ingenuos) hasta que un rayo las destroza o una “tormenta perfecta” de las que ahora hay tantas (la perfección se vende barata últimamente) las hace morder el polvo, ese del que ahora se encuentran tan lejos.

Aún así, los cables y sus formas me hacen soñar, es una sensación alucinante seguirlos con la mirada, mientras me acaricia la sutileza de David Gilmour y vuelvo a perderme por ese espacio tan mío, único, irrepetible.

Cuando entra sin previo aviso ese corte a contra ritmo que es el “Face to Face” casi como un impulso retiro la mirada de la ventana y comienzo a escudriñar los rostros de mis compañeros de coche, no muchos, porque es el más reducido, pero dispares como siempre. Mi compañera en el asiento de al lado, que mira de reojo sintiéndose observada, se apunta a la moda de instale un portátil en su vida y navega por la red acomodada en el asiento, controlando el mundo desde su mano derecha; me mira ahora con descaro, sonríe y gira la pantalla para hacerme partícipe de un conjunto de líneas y curvas de colores que no logro entender. Es arquitecto, visionaria o su cerebro se interrumpe con los colores, pero me da igual, la Música que me interrumpe a mí salta todas las barreras, la miro, sonrío y me pierdo en mis sueños.

A través del reflejo del cristal observo la imagen vencida del que ocupa el asiento delante del mío que dormita plácidamente con la boca abierta y los ojos en blanco (el traqueteo de estos modernos caballos no es lo que era, sino habría perdido los dientes hace rato) mientras que su compañera, a la que diviso a través del espacio entre los asientos, lee una revista de corte juvenil con mega-hiper-super-mazo estrellas guaises, a la última en casi todo (incluida la estupidez de las poses y los caretos)

Otra miradita de soslayo de mi compañera, que ahora disfruta de una película en 3D, cuando giro la vista para observar a los de la fila más allá del pasillo (o sea a unos 120 centímetros) uno hablando sin parar, gesticulando, levantándose, sentándose, girando a lo Michael Jackson… o sea el showman del vagón y otro que le mira ensimismado con cara de querer suicidarse, pero que no dice ni mú (todo esto lo sé por los movimientos de labios y demás, ya que yo estoy a lo mío con la Música, que me cubre todo lo que tiene que cubrir)

Por último atisbo a ver la fila delante nuestra pero pasado el pasillo, donde una chica con falda vaquera y sin zapatos apoya los pies en el asiento de delante para (supongo yo) relajarse, mientras que se balancea levemente al ritmo de lo que le tiene que entrar a través de los auriculares rosa fucsia que cubren sus oídos. Me ve, ya que no para de buscar la postura idónea, y me indica por señas mis auriculares, sonrío para no hacerle un feo y por el movimiento de sus labios (los de la boca) reconozco lo que está oyendo en esos instantes, nada menos que el programa número 63 de El Íncubo. Alzando el pulgar le demuestro mi contento por tan sabia elección y la pierdo de vista.

Su compañera de asiento lleva también un ordenador, pero ésta mira páginas de moda y fashion, supongo, visto lo visto, que para aprender un poco de todo eso.

Caballo de Hierro I

 


Siempre me he sentido fascinado por la imagen de las vías cruzándose, buscándose, jugando entre ellas mientras uno las va dejando atrás, metro a metro, queriendo huir para que no te atrapen pero al mismo tiempo sintiéndote atrapado por las que de nuevo aparecen como por arte de magia.

Quizás sea la parte de mis genes, o de mi sangre que nunca se sabe, que me traspasó mi abuelo, ferroviario eterno de los de bandera roja y olor a carbón, o quizás haber vivido durante más de treinta años a unos centenares de metros de la estación de mi pueblo natal, pero el ferrocarril, lo que le rodea y toda la atmósfera entrañable que se respira me fascina y me hipnotiza.

Y eso que ahora hablamos del siglo XXI, lugar de espacios sin fin y de universos por explorar, de máquinas impolutas de alta velocidad y operarios de uniformes a la última, pero al final, cuando estoy solo con la mirada perdida por la ventanilla, el tiempo se detiene, y la velocidad con la que el tren se desplaza pasa a un segundo plano.

Mi último viaje volvía a ser una vuelta a casa tras un apasionante y brutal (en el sentido más literal del término por la cera que se dieron) partido de balonmano, esa otra pasión que también hace que el tiempo, o más bien mi reloj de la memoria, se detenga (aunque eso es otra historia) y de nuevo me encontré en el andén de la remodelada estación que acoge las últimas novedades en trenes de alta velocidad, comodidad, fashion… un salto al futuro dado por el hombre y que por una módica cantidad de más puedes disfrutar.

Siempre en la vía número tres, siempre el panel luminoso que ahora te descarga empalagosos parabienes además de la información sobre el tren en cuestión, siempre la chica de impecable traje de chaqueta azul que amablemente te corta el billete (aquí ya no se pica nada) siempre la errónea colocación de los que vamos a tomar el vagón tal o cual por indicaciones de otro chico de impecable traje azul, siempre… todo parece igual siendo distinto, terriblemente distinto, ya no veo a mi abuelo sacando con peligro para su integridad medio cuerpo de su máquina de vapor y saludando con su pañuelo rojo, ahora los conductores y jefes de trenes se ocultan tras tintados y espectaculares cristales de diseño (al menos los de la alta velocidad esta del precio módico de más)

Aún así, tantos años disfrutando de paseos por las estaciones, para viajar o simplemente observar a los viajeros entrando y saliendo, me hacen tener esa pizca de cultura retro de los andenes, y disfruto en lo que puedo de los instantes que me transportan de un lugar a otro. No soy de masas, y quince personas esperando en el andén me parecen una multitud insufrible, pero cuando el tren que te va a recoger lleva veinte vagones y dos máquinas, amén de dos bares y algún servicio más, se difuminan por el interior y parece que la comodidad de estar “cuasi” solo te abraza durante el viaje.

A lo lejos, haciendo una curva que enseña el serpenteante movimiento del convoy (esto es algo que no ha cambiado lo más mínimo) observas la llegada del tren y comprendes que de nuevo te han tomado el pelo cuando tienes que andar, y andar, y andar, buscando tu vagón (perdón, el coche) número 10, ese que pone en el billete junto al número de asiento en el que se señala “sentado”. La moderna puerta se abre con el automatismo del sistema de no sé qué, pero que suena muy bien, y tras otro impecable señor de traje azul que toma su lugar esperando, la carga humana que ha terminado su recorrido se desparrama por andenes, escaleras y vestíbulos.

Buscando y buscando, ayudado por los años en el colegio y el fugaz paso por la universidad, encuentro el número y la letra que coinciden con los que están impresos en el billete, comprobando que efectivamente hay una posibilidad de ir sentado, ya que se trata de un asiento con su respaldo y todo, sus brazos para apoyar y algún que otro botoncito para hacer cosas. Es cómodo, muy cómodo, y al menos con espacio para que los pies se estiren sin problemas (es lo que tiene el precio módico de más) espero unos segundos y sin apenas sentirlo el mundo comienza a moverse a mi alrededor.

Los inmensos ventanales me permiten ser un espectador privilegiado de todo el universo que pasa ante mis ojos, y ya no hay cortinas que bajan y suben buscando o huyendo del Sol, los cristales tintados provocan que estés en continuo balanceo con la tierra que atraviesas, y esa sensación es maravillosa. Sin apenas tiempo para calibrar quién me acompaña en este nuevo viaje, ni para indagar en los rostros desconocidos que aún buscan su lugar, los auriculares consiguen aislarme del mundo, y los primeros sones de Mi Música me llevan a tantos años atrás como recuerdos únicos e irrepetibles.

De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXXXVII

Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Status Quo  (Spare Parts) 1969




Maravillosa y nostálgica esta primera época de Status Quo (alucinante los caretos en las fotos del disco) cuando hacían una Psycho que no ocultaban para nada, alejados de lo que fueron más adelante y que parece les dio fama y fortuna.

Psycho (con claros y evidentes toques de Rock, eso por descontado) que bebía de las fuentes de lo que se destilaba como energía vital en la Música y que daba pie a tanto y tan bueno. En el caso que nos ocupa, "Spare Parts" aporta unas guitarras que en las ocasiones en las que se muestran con una efervescencia intensa, se permiten girar en sentido de distorsiones y desgarros que hacen muy llamativos los temas, con una fuerza y un vigor (que decía aquella) de puro impulso.

También se permiten, dentro de la amplitud que deja el estilo, momentos de calma chicha para absorber con pianos y orquestaciones que envuelven el conjunto de una manera bella, y aunque no es lo habitual, se nota que estaban por otros derroteros y se ponían a hacer mucho de muchas cosas.

El segundo trabajo de Status Quo se encontraba inmerso en esa ola de libertad mental que envolvía y llevaba la Música de calidad, y en el disco el grupo es capaz de tocar muy diversos instantes de creatividad gracias a eso. La Psycho en estado puro, con la inclinación roquera como base de la banda era casi infinita en sus posibilidades y a fe que esto lo aprovechan. 

Si quieres conocer lo que era un grupo que años después giró hacia otra cosa, y además te gusta la Música y especialmente este estilo, no saldrás defraudado, porque Status Quo demuestra que en esta época era capaz de desgarrar y enamorar al mismo tiempo, y eso no es nada fácil.


SIDE ONE:  Face without a soul;  You're just what I was looking for today;  Are you growing tired of my love;  Antique Angelica;  So ends another life;  Poor old man

SIDE TWO:  Mr Mind detector;  The clown;  Velvet curtains;  Little miss nothing;  Awake;  Nothing at all




De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXXXVI

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Bee Gees (Spicks And Specks) 1966




Año del señor de 1966, Australia, tres hermanos se empeñan en llegar lo más arriba posible en el mundo de la Música, y sus comienzos, dado el lugar, el tiempo y las glorias que se destilaban por el universo, no puede ser más prometedor.

Me resulta muy refrescante enfrentarme a discos como "Spicks And Specks", los comienzos de algo que terminó siendo enorme y que ya desde estas primeras notas se sentía de esa manera.

Los hermanos Gibb hacen un ejercicio de estilo intentando que todo salga como la Música que regaba el orbe y que a ellos mismos les influía tanto, y comienzan, poco a poco, a sentir esa magia a la hora de transcribir sus emociones en canciones que son un soplo (otro más) de aire fresco en esa maravillosa época de libertad creativa.

"Spicks And Specks" son la primera piedra, rozando ya ese estilo que asumieron como propio y que se diferenciaba de las Islas, el resto de Europa y los USA por la idiosincrasia de las antípodas, con ciertos toques de Música ajena a lo estipulado y que se basaba en esas raíces que en esas tierras hicieron propias.

Obviamente se trata de un Pop clásico, pero personal e intransferible. Los conjuntos corales juegan un papel fundamental en cada tema, tanto en las composiciones como en las interpretaciones, en las cuales en ocasiones la voz solista soporta todo el peso de las canciones y en otras todas las voces a una van llevando el tema.

Musicalmente un Pop de estilo, con las guitarras haciendo acopio de poder y siendo la base de todo el ritmo y los cambios, ayudando a esas portentosas gargantas a realizar su trabajo. Ritmos sencillos (al menos en estos comienzos) que no desentonan en absoluto y una sección rítmica para apoyarse desde todo lo que suena.

Un disco precioso, típico de la época (lo cual es garantía de calidad) y la personalidad de los hermanos Gibb al servicio de una idea universal para escucharlo con gusto y ganas.

Barry Gibb voz, guitarra. Robin Gibb voz, armónica. Maurice Gibb voz guitarra, bajo, piano. John Robinson bajo. Colin Petersen batería.


SIDE A:  Monday's rain;  How many birds;  Play down;  Second hand people;  I don't know why I bother with myself;  Big chance

SIDE B:  Spicks and Specks;  Jingle jangle;  Tint of blue;  Where are you;  Born a man;  Glass house



De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXXXV

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


The Band (Stage Fright) 1970




Lo mejor que se puede decir del tercer trabajo de The Band es que es igual de bueno que los demás, porque la verdad es que en sus primeros años, uno a uno, realizaban discos de Rock (y algo más) de una calidad fuera de toda duda.

Una verdadera banda, desde todos los puntos de vista, comenzando por el planteamiento comunal del grupo a la hora de componer y crear las canciones, que en este "Stage Fright" parece más unido que nunca. A partir de aquí, el trabajo de multiinstrumentistas como lo eran los cinco miembros del combo hace que la riqueza musical del disco se eleve más de lo que ya en sí pudieran ser los propios temas.

La personalidad de cinco músicos excelsos al servicio de la Música. Un disco que no tiene fisuras, planteado desde un Rock de raíces que va pasando por el clasicismo del estilo, ahondando en esos terrenos de los cuales se surte como esencia del mismo, Blues, Folk, viejos conceptos musicales, hasta llegar al Rock destilado en el cual se convierte "Stage Fright".

Lo que es evidente es que en este trabajo vuelven a conseguir una continuidad en los temas realmente envidiable, de tal manera que cada uno de los que van pasando parece ineludiblemente ligado al precedente y al que le sigue, lo que te hace seguir la pauta de la Música que llega de manera global, como un trabajo completo y compuesto para disfrutarlo.

Los tres solistas que cantan siguen siendo esas piezas esenciales que dotan de la personalidad de cada uno al tema en el cual se empeñan, y los coros de la banda en conjunto una belleza cuando la Música aflora para convertirse en esas pequeñas glorias que escuchamos. Temas compuestos con un gusto exquisito, una forma de Rock realmente bella que se hace eterna por lo que representa.

Richard Manuel. Jaime Robbie Robertson. Rick Danko. Levon Helm. Garth Hudson.


PART I:  Strawberry wine;  Slleping;  Time to kill;  Just another whistle stop;  All la glory

PART II:  The shape I'm In;  The W.S. Walcott medicine show;  Daniel and the sacred harp;  Stage fright;  The Rumor

sábado, 6 de marzo de 2021

Nosferatu

 


Spicks & Specks

 




Música



La vi venir, vestida en su nube de sonidos ancestrales. No había color para describir lo que mis ojos apreciaban. 

Fue ese halo que la Música provoca y que te cubre los sentidos lo que hizo que mi alma volviera a nacer. Al borde del acantilado encontré de nuevo ese instante en el cual sabes que nada puede detenerte, que el universo es tan pequeño como todo lo que ella te hace sentir.

Fue entonces cuando todo se tornó magia, miles de cuerdas me abrazaron para entonar las notas que quería, volviendo a nacer en ese lugar en el cual mi corazón dejó el último sentimiento a través de la Música, la esencia, todo.


A.R.

Isaac Hayes

 


De Vinilos y Otras Glorias MMCCCXXXIV

 Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


The Souther Hillman Furay Band (The Souther Hillman Furay Band) 1974




En principio era una apuesta sobre seguro, que lo consideraran para durar la eternidad y un día ya me parece más extraño, porque hay que reconocer que en la banda se juntaron algunos de esos genios de la Música que aparecieron en los sesenta, pero de la misma manera esos tipos eran todos de "culo inquieto" y evidentemente pasó lo que tenía que pasar.

Una macro banda de Country Rock con todos los mimbres para hacer las cosas bien, y el disco homónimo con el que se presentaron en sociedad desde luego es un tratado del estilo sin esfuerzo, con lo de siempre hecho maravillosamente, sonando maravillosamente bien e interpretándolo... pues eso.

La manera de componer se atisba en cada nota, cada impulso musical que te llega, de nuevo basándose en una Música efectiva con las guitarras soportando el peso de todo lo escrito y haciéndolo sonar, y como no podía ser de otra manera siendo quienes eran, con las voces haciendo que el viaje por el infinito sea sólo de ida porque te quedas por ahí al escucharlas.

No es la joya de la corona, eso está claro, pero estos tipos hasta lo que hacían de manera habitual lo hacían tan bien que por algún lado se nota siempre, y este disco no es una excepción. La perfecta producción hace que todo suene realmente bien, con esos juegos de acústicas, eléctricas, dobros y mandolinas intercambiándose en cada momento y dejando que las gargantas den el toque definitivo a cada canción.

Si gusta el estilo, y la verdad es que cuando está hecho con gusto, clase y elegancia siempre me apetece escuchar algo de esto, es un disco que no pasa desapercibido, las canciones no bajan la media en ningún momento y todo gira en torno a la calidad, algo que no todo el mundo puede firmar.

J.D. Souther guitarra y voz. Chris Hillman bajo, guitarra, mandolina y voz. Richie Furay guitarra y voz. Paul Harris teclados. Al Perkins steel, guitarra y dobro. Jim Gordon batería.


SIDE ONE:  Fallin' in love;  Heavenly fire;  The heartbreaker;  Believe me;  Border town

SIDE TWO:  Safe at home;  Pretty goodbyes;  Rise and fall;  The flight of the dove;  Deep. Dark and Dreamless