lunes, 1 de marzo de 2021

A.R.R. II

 


De nuevo quedó solo con sus recuerdos, mirando a través de las ventanas las calles recorridas mil veces, esquivando las miradas de los otros pasajeros, ajeno a todo lo que no fuera su imaginación y su Música, pero de pronto sin saber por qué, un escalofrío le recorrió el cuerpo y girando instintivamente la mirada hacia su izquierda se encontró con la mujer que había subido al autobús, y que recordaba perfectamente de haberla visto sentada varios asientos por delante del suyo. Un pequeño suspiro escapó de su garganta, buscó con la mirada hacia adelante y no vio a nadie sentado donde supuestamente recordaba a la mujer, pero desechó inmediatamente la idea de que hubiera pasado por delante suyo, porque dada la estrechez de los asientos esa opción era físicamente imposible si él no hubiera retirado el cuerpo. Sin saber por qué se sintió incómodo, la mujer le mirada con la misma sonrisa que en la parada, y la sensación de que cada vez más se acercaba a su cuerpo le provocó una inquietud que no podía quitarse de encima.

Aprovechando que el recorrido hasta su oficina terminaba, se levantó y esperó de pie su parada, pulsando el avisador para que el conductor lo percibiera, sin atreverse a mirar el asiento donde supuestamente se encontraba la misteriosa mujer, pero al detenerse, la puerta se mantuvo cerrada, y cuando quiso avisar para que el conductor abriera, los rostros de los viajeros, volviéndose hacia él, mostraron todos la misma cara de la mujer que se había sentado a su lado, con la misma sonrisa y los ojos mirándole fijamente. El autobús seguía circulando, pero por calles y avenidas que le resultaban totalmente desconocidas, y en un momento dado, al girar de forma brusca en una curva, el suelo se abrió y fue engullido hacia la oscuridad, con los pasajeros, la mujer y el conductor riendo como si la locura se hubiera apoderado de ellos, y la Música que salía del pequeño aparato se transformó en gritos, llantos y sonidos de gente desgarrada por el dolor.

El autobús seguía en caída libra, se sujetó como pudo y cerró los ojos, mientras la extraña mujer le miraba sonriendo y alargaba su mano como llamándole; sentía cómo su cuerpo perdía los parámetros físicos que conocía, flotaba en una especie de vacío que no le permitía imaginarse el aspecto del lugar donde se encontraba, mientras los gritos y las voces le estaban volviendo loco. Haciendo un esfuerzo por mantener la cordura, abrió los ojos para saber… lo que fuese que estuviera pasando, y de pronto se encontró en el autobús, de pie delante de la puerta abierta y con el conductor indicándole que bajara, ya que debía continuar el viaje. Saltó fuera de aquella máquina del averno, miró el asiento vacío donde debía estar la mujer y cuando la puerta se cerró y el autobús continuó su marcha sintió un alivio en todo su cuerpo y la Música volvió nítida a sus entrañas, encaminándose hacia la oficina para comenzar una jornada más.

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