Nací en un mundo que me era ajeno, y comencé a caminar buscando otros
lugares. Lugares donde dejar descansar mi cuerpo dolorido, un espacio en el
cual las llagas se tornaran caricias y las señales de la piel provocadas por el
dolor se convirtieran en dibujos de amor.
Caminé sin descanso pero nunca llegué a mi destino. Los días pasaban y me
encontraba roto, hundido en mis propios pensamientos, ajeno a lo que era el
placer de ver una sonrisa, sentir una caricia, ser tomado en un acto de amor
sin final. Nunca pude hacer mío un pedazo de tierra donde dormir sin tener
pesadillas, sentir que algo me pertenecía por haberlo creado.
Nada se me dio y todo fue quitado, no he podido ser yo mismo porque aún
me busco, no he podido hacer lo que deseo porque desconozco qué es, y ahora me
encuentro aquí, triste y abatido como antaño, comenzando en el mismo lugar en
el cual mis lágrimas regaban mis pies, a punto de comenzar el mismo camino,
pero hoy no tengo fuerzas, siento el peso de todo lo que ha sucedido, todo
aquello que ha ido aplastando mis ilusiones, mis esperanzas, mis deseos más
ocultos.
El Círculo se cierra dejándome dentro, salir de aquí...
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