Hay una estremecedora sensación de muerte en el vacío, el silencio parece querer inundarlo todo tomando su lugar donde deberían escucharse palabras o sonidos de vida.
Nada es lo que parece cuando la soledad te cubre y no quieres dejar de pensar que existe algo más. Puedo pensar en una melodía que me ayude a romper el caos en el que me encuentro cuando la luz se empeña en desaparecer delante de mis ojos.
Estoy seguro de que las notas de ese piano serán un buen acompañamiento para la lectura de los últimos adioses, las últimas promesas, lo escrito con sangre a sabiendas de que no podía salir bien.
A veces el querer y desear se dan la mano de la manera más insospechada; en ocasiones nada de lo que acontece puede librarte de esas pesadillas que se agarran a tus sueños y no te dejan respirar, por más que la luz del sol te indique que el nuevo día ha llegado.
Porque no hay que esperar las puñaladas que te dé la vida, porque te vienen y basta, que para eso es la vida y decide sobre ella, hay momentos en los que la sangre se derrama y a pesar de ello el placer por lo que te ha venido no lo puede borrar nada... y mucho menos nadie.
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