Grupo de emociones fuertes, en una exhibición para ellos mismos y quienes pudieran creer que cierta Música no es de quien no se quiere que sea.
The Golden Cups (Album Vol. 3 Blues Message) 1969
Además de avisar en el título del álbum que se trataba de su tercer trabajo, los chicos de The Golden Cups daban una pequeña pista de por donde podía ir la historia y realmente engañar no engañan nada.
Tremendo trabajo de una banda excepcional que se reinventa en este disco dejando un poco la Psycho que les vio nacer y el Pop que mamaron en sus orígenes para adentrarse en la cultura sensorial del Blues, con un desparpajo y una clase digna de admirar.
Quedan restos del Rock que nunca debe dejarse cuando uno nace de esa manera, porque los orígenes son lo que son y no se pueden negar, pero el abrazo salvaje a esa Música ancestral, llevada hasta el extremo con sus propios elementos de terruño japonés, es simplemente brillante.
Demoledor legado del Blues más auténtico realizado por un grupo que no teme a nada y se lanza, desde ese lejano oriente, a identificarse con el Blues más puro, eléctrico y ecléctico, desbordado desde las entrañas de cinco chavales que se enfrentan sin pudor a la Música (con mayúsculas más que nunca) y salen airosos porque tienen clase, estilo y sobre todo alma.
Desde una sensación de lejanía, por ser de donde son, acercan lo universal (la Música, que a muchos se les olvida) a cualquiera que desee escuchar ese estilo único contado, cantado, relatado y desarrollado como lo sienten, con los matices de unos músicos paridos en Japón y que en absoluto tienen (ni lo hacen, ¡¡¡¡qué joooooooooooooooooooé!!!!) que renegar de ello.
Blues en estado puro, exhibiciones como "Evil Woman", "One More Time" o "Get Out Of My Life, Woman" que levantan la piel, guiños al Soul de genios (lo de "You Really Got A Hold On Me / Bring It On Home To Me" es mágico) desgarros de emociones profundas como "Walkin' Blues" o "I Got A Mind To Give Up Living" y el recuerdo ya anunciado al Rock'N'Roll más clásico con "Lucille"; todo ello en un bocado para gourmets que no sientan cadena alguna a la hora de disfrutar de la Música.
Disco grande, trabajo realizado con el alma y escupido desde décadas de amor por los sonidos, un bestial alegato para que no se olvide que la Música no sabe de lugares, fronteras, razas, colores ni la madre que parió a quienes quieren ponerlos, y que nos sirve para descubrir (de nuevo, una vez más, otra vez...) lo que se hacía en un lugar donde los dioses estaban a otra cosa y los que amaban la Música y creían en ella se vaciaban para reinventarse.
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