domingo, 9 de octubre de 2016

"City Country City", Vinilos y Alimentos para el Cuerpo


Tokyo es una ciudad fascinante, un mundo dentro del mundo. Es por ello que todo lo que uno se imagine para romper los tópicos se lo puede encontrar en esta inmensa megalópolis que abarca la vida de treinta y ocho millones de almas.

Uno de esos reductos que pueden estar al margen de ideas preconcebidas es el barrio de Shimokitazawa, un reducto de bohemios y vida tranquila donde todo es lo opuesto a la ciudad que te engulle y te hace suyo (y nunca al revés)
En este barrio donde el tiempo se detiene y los pasos parecen ir en dirección contraria se encuentra "City Country City", un local que mezcla de manera perfecta el alimento para el cuerpo y el que en mi caso considero el alimento para mi alma.

Buscaba vinilos de grupos japoneses y por consejo de un amable dueño de otra tienda de discos nos encontramos ante la puerta del edificio que alberga el local en cuestión, con un cartel que indicaba la cuarta planta y un horario que nos venía de perlas, 12:00 a 26:00. 
En Tokyo, a pesar de lugares como Shimokitazawa, que van a contra corriente en el ritmo de la vida, siempre hay que mirar hacia arriba si buscas algo, porque puede que esté sobre tu cabeza y no enterarte de nada. Afortunadamente íbamos avisados y además el cartel no dejaba dudas al respecto.

Una vez dentro nos encontramos con un Bar-Restaurante-Tienda de Vinilos... para satisfacer mi ansia por encontrar esas piezas de colección que sigo empeñado en hacer mías y además la sed de un caluroso día a 30 grados y un 70% de humedad. Colgados sobre el suelo, con las enormes cristaleras saludando las terrazas de los edificios vecinos y el techo casi apartándose en las paredes laterales del local, la Música que salía por los altavoces nos dio la bienvenida mientras buscábamos una mesa.

No es la primera vez que sé de lugares que unen varios tipos de negocios, pero me sorprendió encontrarme en un rincón donde (de nuevo, siendo el barrio que era) todo parecía ralentizarse, y el tiempo te saludaba para disfrutar de lo que estuvieras allí.
Tras pedir una cerveza helada en jarra helada y disfrutar de los dos primeros tragos que nunca tienen precio, fui alternando el alimento para el cuerpo con el de mi alma, dándome el gustazo de aprovechar ambos placeres al unísono.
Música de calidad atravesando el aire, un olor a exquisitos manjares preparados por el dueño que denotaba la calidad de lo que hacía, el sabor de una buena cerveza tostada resbalando por mi garganta, y mis dedos acariciando las portadas mientras pasaban ante mí los discos, era la mezcla perfecta para una velada inolvidable.

La Música seguía acariciando los oídos, algo de Soul clásico mezclado según qué momentos con sonidos minimalistas al piano, y a la primera cerveza, antes de continuar el recorrido por las cajas de madera donde los discos descansaban, siguió la que ayuda a ver las cosas de otra manera.
La tranquilidad se contagiaba, los pocos que estábamos allí parecíamos flotar, y la sensación de estar en otro mundo era bastante fácil de sentir.

En ocasiones, alma y cuerpo van unidos sin quererlo, gracias a lugares como el "City Country City" y el amor de quienes lo llevan por la Música, el buen comer y beber.





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