Antes de vender mi alma al diablo se la vendí a Dios. No salió muy bien el contrato, y fui expulsado del paraíso. Afortunadamente cuando caía hacia lo más profundo la melodía de los que deseaban verme fuera de allí se fue transformando en el desgarrador sonido de un vientre herido, y la Música llegó a mis sentidos por primera vez.
Las llamas del infierno no me asustan, siempre tendré un hueco para atravesar las conciencias con el latido de mi corazón convertido en el golpe seco de una nota que cruza el silencio, siempre podré gritar al cielo que el infierno me acogió cuando nadie me quería, siempre encontraré la Música adecuada para saber quien soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario