Cuando uno se ve dentro de la leyenda sin quererlo, se da cuenta de lo que merece la pena y todo lo que nos quieren vender que no.
King Crimson (Islands) 1971
El cuarto trabajo de la maravillosa formación llegó a mis manos cuando apenas había cumplido los dieciséis años y me produjo un impacto más fuerte de lo que cabía esperar. Ya conocía la magna obra de presentación del grupo, pero eso era lo que era y no podía fallar.
"Islands" me reveló sonidos y momentos musicales desconocidos para mí hasta entonces, y si bien no voy a dudar en ningún momento que no se encuentra entre lo mejor de la discografía de King Crimson, me niego a denigrarlo como han hecho muchos, quizás porque emocionalmente me ha dado lo que casi ninguno, quizás porque con el tiempo creo haber apreciado mucho más de lo que se ha visto en este trabajo.
Con una banda de transición que no duró mucho pero a los que les supo exprimir para sacar demasiado de lo que tenían, Robert Fripp salió más airoso de lo que pudiera parecer tras obras inmensas que ya son historia del Prog. y de la Música eterna, y en momentos no tan aislados "Islands" es una bella emoción que te lleva muy lejos.
Para mí, hay un momento que me sublima, el uso descarnado, barroco, libre, casi anárquico del saxo y la flauta de Mel Collins, un sonido que parece ir ajeno a todas las composiciones pero que las aúna en ese sentido de la melodía que tanto gustaba de buscar a la banda. Por otro lado Robert Fripp tiene instantes tan intensos con la guitarra como reveladores de su talento (la instrumental "Sailor's Tale" es una lección más del genio) y composiciones que ponen la piel de gallina y que no desmerecen de esa belleza ajena al tiempo que tan bien domina, como la exquisita "Prelude: Song Of The Gulls" culpable de muchas noches en vela del que suscribe como preludio de la magia a través del infinito, o la tremenda "Islands" que te lleva por donde quiere.
La entrada del álbum con "Formentera Lady", de la cual se han contado leyendas para no acabar, es puro King Crimson, y el trabajo a la voz de Boz te sumerge en ese universo tan suyo que no tiene comparación con nada.
Un disco que penetra en la piel con la naturalidad de lo bien hecho, no es la joya del grupo, pero en un grupo como éste sacar lo bueno cuesta tan poco como ser injustos con lo demás, que nunca será peor que la mayoría de lo realizado al margen.
Si uno es adicto a King Crimson, "Islands" sigue siendo un placer sensorial, si le vale con cualquier cosa, esto es maravilloso, si vas de crítico sobrado... pasa la página.
Robert Fripp guitarra, mellotron, pedales y efectos. Mel Collins flauta, saxo y voces. Boz bajo, voz solista y coreografía. Ian Wallace batería, percusión y voces. Peter Sinfield letras, sonidos y visiones.
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