Vamos a comenzar una pequeña serie de capítulos (la palabrita suena de aquella manera, pero es que por ahí van los tiros) sobre una Música que me apasiona. Palabras derramadas por un querido amigo que comparte conmigo la pasión por ciertos sonidos y que me hace el honor de dejármelas para este nuestro espacio.
Dicho esto y sabiendo que son sus pensamientos los que importa, comenzamos para que todo fluya y la pasión que mi querido colega siente se transmita en lo posible por este lugar que es suyo como de quien ama la Música, Nuestra Música y Nuestra Esencia.
ROCK SUREÑO, MUCHO MÁS
QUE COLOR EN LA PIEL
El título es porque me gusta, digamos que me da
gustirrinín lo de los tópicos, típicos, tácitos y epicíclicos y además siendo
como soy pensando en lo que pienso cuando de Música se trata, nada de teatros
ni farándulas, sólo inmensidad y falta de límites, pues queda la mar de
provocador.
No niego que el componente racista en la Música de
la que quiero hablar existía en sus comienzos (aunque curiosamente los que
están considerados padres de la criatura como paso adelante en el concepto se
pasaban esas ideas por el forro) e incluso ciertos grupos y solistas han sido abanderados
de ello en una época en la cual los miedos y mediocridades mentales llevaban
más allá el sentido de los sonidos (aún hoy ocurre pero se difumina más por la
globalidad de la que nadie escapa) pero al margen de la mente de cada uno es el
concepto en la Música lo que me atrae, lo que expone y nos da sea quien sea
quienes la interpreten, porque de no ser así los prejuicios limitarían de
manera brutal lo que realmente siento por los sonidos y eso en algo que me
otorga la libertad mental más absoluta no me lo permito (en el resto tampoco
pero no viene al caso)
Dicho esto y pasando por alto, simplemente porque me
da la gana y no le doy importancia, lo que pueda suponer disturbar mis sentidos
a la hora de ponerme a cien como lo hago cuando el Rock Sureño me abraza
quisiera hablar para mis adentros, mis afueras, mis locuras trascendentales y
esos otros yo que de vez en cuando pululan por mi mente, de una Música
maravillosa que durante gran parte de mi vida como enamorado de los sonidos me
ha llevado al éxtasis tantas veces como he podido desearlo cuando una andanada
de lo que ofrece me ha pateado el culo.
A diferencia de otros estilos musicales el Sureño ha
estado ahí desde que soy consciente de lo que me gusta en la Música, a pesar de
la inconsciencia de no saber apreciar (como siempre cuando alguien comienza y
todo es un aprendizaje con los oídos preparados y la mente dispuesta) qué era y
por qué, en ese génesis de mis comienzos como amante de los sonidos en los
cuales todo era placer, emoción y el viaje hacia una aventura que espero nunca
termine.
También me gustaría resaltar, como haré en otras
ocasiones porque es una realidad que me niego a olvidar, que lo que se escriba
en estos espacios en blanco será fruto de las enseñanzas de aquellos que amaban
la Música como yo, los que me han dirigido para empujarme a vivirla de manera
libre y absoluta y por supuesto las emociones que con los años la Música me ha
provocado y los discos me han proporcionado, bien desde lo que ellos mismos
entregan, bien todo lo que dejan entrever más allá de los surcos que recrean
las creaciones de los músicos que les hacen vibrar. Por eso estas palabras serán
un poco de todo, de lo escuchado, leído, bebido y aprendido, un cóctel de
emociones y sentimientos que no se rige por norma alguna y que afortunadamente
sale sólo y exclusivamente de mis entrañas traducido en el amor que siento por
la Música.
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