Cuando observo el mundo la pesadumbre y el desasosiego inundan mi espíritu. Quizás ser un inconformista me lleva a no querer ver la realidad que me rodea, pero al final esa misma realidad me obliga a sentirla.
No estoy para llenar botellas vacías de ilusiones vanas, apenas llego a cubrir la base de lo que mi alma me exige, pero sí sé que en algunos momentos, cuando la angustia me ata y aprieta el cuello casi sin posibilidad para respirar, busco los sonidos que liberan esa parte de mí que nunca ha sido esclava de las circunstancias.
Aún puedo sentir a pesar de todo, saber que el sonido de una canción puede acariciar mi alma, esperar ese amanecer donde todo vuelve a brillar con el color de lo que no se puede ver pero que en lo intangible tiene su esencia, la Música, mi compañera, mi amiga.
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