¿Cuál
ha sido la última del cruel destino? Ah, sí, un pequeño sunami en las costas de
Alejandría que ha repercutido en los anagramas cíclicos de la carretera que da
acceso al monte pelado y esa vibración chocando con la última subida de la
marea en el hemisferio norte ha hecho que no se pueda realizar la prueba
definitiva para saber si nuestro sueño era determinante en las
caceroladas del barrio de Gututplack, allá por la anti planicie andina, por lo
que el destino ha vuelto a jugar en contra de los hacedores de las más altas
cotas de la imaginación humana y nos impiden grabar, pasar al ordenador, poder
sacar copias en una memoria externa, dejar constancia de nuestra impronta... y
más cosas que no puedo enumerar porque me canso.
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