Si de algo no tengo ninguna duda es
en existen lugares que no hubieran sido los mismos sin las personas que de
alguna manera los crearon y los convirtieron en especiales, mágicos. Sitios de
esos que una vez que entras en ellos sientes la química, algo que te arropa,
que hace que te sientas cómodo y a gusto, donde se respira una atmósfera que te
inspira pensar que lo auténtico de verdad sí existe.
Y eso sucede con Discos
Melocotón, muy bien definido por un incondicional (y me consta que habrá muchos
más) como el Templo de la Música. Lo es
porque así se siente cuando estás ahí y lo que te recibe es sabiduría Música escogida
y un ambiente como en pocos espacios es posible encontrar.
No se trata de un local más, son escasamente
unos cuantos metros cuadrados, pero eso no resulta ningún inconveniente. Toda
la esencia de la Música se encuentra ahí concentrada, algo que han logrado
personas de la talla de Eduardo-Pablo o Pablo-Eduardo a base de labrarse una gran categoría
profesional y sobre todo personal, exquisitamente
cultivada y conseguida a lo largo de años de total dedicación la Música.
Un verdadero oasis en medio de un
mundo en el cual para algunos prima lo comercial sobre otro tipo de valores
pero que en este caso, estos últimos están muy presentes logrando así tanto una
gran calidad humana como profesional. Ellos dos, que gozan de una cultura musical
privilegiada no escatiman en compartirla, charlando y aconsejando a la hora de
escoger Música, un plus que no tiene
precio y uno de los motivos que les ha hecho ser diferentes. La base de todo
esto es el amor hacia la Música, esa entrega es incondicional y crea seres especiales
con una gran sensibilidad. No hay más para comprobarlo que haber tenido la oportunidad
de conversar con ellos y eso te lo transmiten, esas charlas improvisadas donde te
hacen partícipe de sus vivencias, gustos
musicales, sentimientos, son un verdadero lujo.
Además de esto y para que ya
fuera del todo perfecto debiera tener otro don, el de lo infinito, perdurando en
el tiempo, pero lamentablemente no es así y su final está ya muy cercano. Se va un referente, una parte
de la historia de la música, de eso no hay duda, pero también se va un poco de
todos los que de alguna manera o de otra han vivido la música en contacto con
Discos Melocotón.
Los que han tenido la suerte de
hacer ese recorrido de años junto a ellos se llevan todo un universo musical y
aunque la Música sí es infinita y tiendas de música seguirá habiendo en el
futuro, no habrá otra igual, porque Discos Melocotón, ha sido Pablo y Eduardo,
Eduardo y Pablo, y las personas que son únicas no se repiten.
Cuando llegue el momento y esa
persiana baje, no solo cerrará una tienda, también cerrará una etapa de la vida
de todos, cesará la música pero inevitablemente
volverá a sonar en el
recuerdo a ellos y Discos Melocotón, El Templo de la Música.
A Pablo y Eduardo, por su generosidad.
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