La mano que te da de comer no siempre es la que te enseña el camino que debes seguir. Un deber es lo que no se quiere, aunque a veces la devoción es parte de eso que nos enseña lo que nunca queríamos haber sido.
Falta la guinda en el pastel de lo libre, ese sonido que rompe las cadenas cuando realmente te sientes por encima de todo lo que te arrastra. Detrás de esa nota, nada es inalcanzable.
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