Dicen
que soñar no cuesta nada, y realmente es así. Lo que realmente cuesta es creer
que esos sueños podrán tomar forma y convertirse en algo tangible, en la
realidad en la que vivimos cuando nos levantamos después de tenerlos.
Cuando
vivo la Música vivo mi propio sueño, lo creo, lo dibujo, le doy forma y
normalmente puedo viajar por esos mundos en los cuales soy el amo de mi propio
destino y suelen durar más que los que me vienen al estar dormido u olvidarme
de toda la mierda que me rodea.
Dentro
de ese universo que es la Música y que me inspira para seguir viviendo hay
momentos en los cuales la realidad y la ficción no saben de fronteras y puedo
moverme por entre las sombras sin ser visto porque sólo lo siento yo, sea con
mis viejos amigos de negro vinilo sea con esas personas que hacen que el viaje
siga siendo apasionante.
Soy
afortunado por conocer a otros que viven, respiran y se sumergen en la magia de
la Música por el simple placer de hacerlo, porque la única obligación es amarla
por lo que nos da, y cuando me muevo entre ellos de nuevo el sueño y la
realidad se confunden.
He
conseguido de nuevo soñar viviendo una experiencia inolvidable con seres
excepcionales que transmiten eso que se llama seda cuando de sus labios surgen
las palabras que cuentan historias, cuentos y leyendas de nuestra existencia
con la Música, y sigo creyendo que parte de lo que soy y un pedazo de lo que
siempre quiero ser se lo debo a quien aún cree que es posible, que escuchar y
dejarse empapar por los sones no tiene límites ni precio, y que entregar lo que
se siente con el convencimiento de que pueda ser seguido merece la pena a pesar
de todo y de toda la mierda que se empeña en ahogarnos.
Nunca
he estado en el Paraíso, y creo a ciencia cierta que jamás me dejarán entrar en
él, pero durante horas infinitas de placer sensorial gente especial, única y
maravillosa me han hecho sentir el porqué de vivir con una melodía arrancada de
las entrañas en otro sueño tan real como la vida misma.
Para
quienes sentimos que acariciar un vinilo es el comienzo de otro sueño cuando el
diamante aterriza con deseo sobre él, que la primera nota de un tema llega a
nosotros antes de que el músico lo haga sonar y que el tiempo se detiene cuando
se habla de Música desde el alma y no a través de un impuesto convertido en
carne, ese sentimiento de ser por encima de cualquier cosa, porque los sueños
vuelven, se hacen, se recrean y en algunos espacios de pocos metros cuadrados
estallan por el poder de eso que llamamos Música.
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