En esto de la Música hay mucho payaso, mucho profesional, enormes músicos, genios... y por supuesto hay cabida para todos y por desgracia para los otros.
Pasando por alto que algunos tipos que se llaman críticos van a ver los conciertos porque les sale gratis (incluida la bebida) y como decía mi querido Eduardo justo en lo mejor se meten en el baño, lo que siempre me ha interesado las pocas veces que voy a un directo es lo que hay en el escenario, el resto ya viene dado.
Southside Johnny nunca será uno de esos genios que se encuentran en el Olimpo del Rock, ni será recordado como el que dentro del estilo hizo lo que nunca nadie habrá hecho, pero es de esos profesionales que siguen creyendo en su pasión, su profesión y su alma.
El Rock 'N' Roll vive de tipos como este, músicos que hacen creer en lo que entregan, que hacen sentirte bien porque la Música es una parte de la Magia que mueve este mundo, y que cuando suben al escenario, estén mejor o peor, nunca se esconden y dan lo que tienen.
Sólo con eso merece la pena creer en la Música y en los que hacen disfrutar con ello, pero además un rockero impenitente como Southside Johnny y su banda de toda la vida, The Asbury Jukes, te hacen creer que eres parte de todo lo que el Rock tiene de bueno, y eso es simplemente maravilloso.
He de confesar que quería ir al concierto por nostalgia, para escuchar en directo a un tipo que me ha hecho pasar muchas tardes de diversión con amigos y conocidos, porque no sabía qué podía encontrarme a estas alturas de la película.
Por lo pronto me encontré ocho profesionales que se divierten en el escenario y lo transmiten, y la verdad es que las dos horas del directo merecieron la pena.
No comenzó bien el de New Jersey con la voz (su arma más poderosa y con la que hace que todo se convierta en Rock) apagado y sin apenas fuerza; no comenzó bien porque los años no perdonan y esto ya es mucho deambular por el mundo, pero para eso tiene mil recursos y la categoría de un gran músico.
Visto el panorama, uno de sus chicos salió al rescate, el pianista Jeff Kazee, y los primeros tres temas los hicieron a dúo, aunque realmente cantaba más él que el propio Southside. Fue un calentar motores y ponerse al día, porque a partir de ahí la voz de perdedor de las calles con tono de eterna súplica ya sí traspasaba el micro para llegar hasta los sentidos.
Un concierto de puro Rock 'N' Roll, con los temas de siempre y algunos más que obviamente añade según el paso de los años, con una máquina perfectamente engrasada como es la banda y un tipo que domina el escenario (tiempo, espacio físico y momentos musicales) como pocos.
Ya no está para vacilar al público como antaño, ni para reírse de su sombra por sus propias ocurrencias, pero sí para manejar un grupo de músicos que le siguen hasta donde él quiera llevarles.
La formación clásica del Rock, guitarra, bajo, batería y teclados junto a algo indisoluble en la Música de Southside Johnny, la sección de viento con el saxo, la trompeta y el trombón, todos apiñados en el escenario sabiendo su lugar, su papel y la parte en la que todo debe sonar como un bloque.
Con una banda así de solvente, el vocalista puede estar cómodo, y de hecho lo estuvo salvo esos primeros momentos; mucha importancia al saxo, que en varios temas se marcó solos de puro estilo, y aunque la guitarra de Glenn Alexander estuvo genial, creo que debería haber tenido más protagonismo, porque ese instrumento y el Rock son uno.
El concierto fue pasando entre temas conocidos, otros menos y alguna que otra pausa de Southside Johnny perdido entre bastidores (detrás de la sección de viento o de la batería) porque la edad no perdona y su energía no es la que era, que fue lo que hizo que en algunas ocasiones la velocidad bajara y la intensidad con ella, pero cuando se recuperaba volvíamos a sentir esa andanada que el Rock provoca. Por supuesto Rock, algo de Soul, Blues traducido al estilo y más Rock.
Al menos tres temas de su amigo y colega Springsteen entre los que se encontraba la maravillosa y sensual "The Fever", a la que el amigo le da un toque único, personal e intransferible, otros cuatro de la otra pieza del trío de Jersey, Steven Van Zandt, que Johnny los ejecuta como nadie y que hace suyos década tras década, varios de cosecha propia y el homenaje de siempre a una leyenda (este sí que lo es) de la Música en general, el único y enorme Sam Cooke.
De no haber sido por un (cualquier calificativo se me antoja corto) que se convirtió en el músico número 9 sin serlo, y que se excedió en sus funciones de utillero unas 1.527 veces saliendo y entrando en el escenario, tocando cables sin ton ni son, colocando instrumentos SIN músicos y desvariando a la hora de hacer fotos, el concierto visualmente hubiera estado muy bien, porque los músicos estaban a eso, a hacer Música, pero ese tipo del que afortunadamente no sé el nombre ni me importa y que se creía el número 9 la cagó y me provocó varios momentos de cierre de ojos para poder sentir la Música sin "sentirle" a él (por cierto, el colega cerró los bises llevándose a Southside Johnny con una toalla fuera del escenario... brutal en lo negativo y demencial al mismo tiempo)
Un concierto sincero, legal, auténtico, sin buscar nada más allá de la Música, sin entrar en nada que no fueran los músicos y lo que sienten, con momentos un poco menos intensos pero en general más que divertido, porque al final la Música, el Rock, es hacer que tu alma se sienta a gusto, y Southside Johnny And The Asbury Jukes consiguen eso, y pasados los setenta hay que valorar lo que eso significa.
Southside Johnny no se arrastra por el fango, ofrece Música y la entrega, no como antaño porque los años y la carretera no perdonan, pero al menos eres capaz de sentir lo que este viejo rockero y los músicos que creen en él sienten, y eso hoy en día, pasados los setenta y muchos llegando a los sesenta, es un lujo.
Southside Johnny voz, armónica, alma. Glenn Alexander guitarra. Chris Anderson trompeta. John Conte bajo. John Isley saxo. Jeff Kazee piano y voces. Neal Pawley trombón. Tom Seguso batería.
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