Cuando la muerte me abrace, y todo sea el sentimiento de la nada, la dama negra sabrá de mi condición y del amor ajeno a los pactos que que se firman al vender el alma.
Una melodía atravesará el silencio, la oscura noche se tornará en la luz devastadora que el pentagrama sugiere, y la guadaña calmará por unos instantes su sed de sangre para entonar la canción que me ha hecho ser.
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