Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido
Big Country (Steeltown) 1984
Hablando, ya que estamos en ello, de las excepciones (que las hobo afortunadamente) que en los ochenta hacían una Música de calidad y querían seguir los senderos de lo que había sido el Rock en sus décadas gloriosas, Big Country nació de esas cenizas que dejaban poco para las llamas maravillosamente emocionales del estilo, y al menos su propuesta y toda su primera época se movió queriendo buscar eso.
Su segundo trabajo, "Steeltown", es una continuación a su gloriosa presentación en el mundo de los sonidos, y aunque no pudieron escapar (como todo lo que se movía entre las manos de ciertos iluminados) a ese sonido que parecía buscar algo del más allá cuando la producción se lo proponía, sabiendo que lo que se tenía más acá era lo mejor y más simple, sus temas son composiciones que surgen de todas las enseñanzas que habían mamado en su tierra, y eso al final se nota.
La propuesta de dos guitarras, bajo y batería como base y empuje de todos los temas (aún eran demasiado virginales para ciertos manejos de instrumentos ajenos a los cuatro miembros del grupo que no fueran las mandolinas o el sitar) junto a la voz embaucadora de Stuart Adamson, siguen siendo una fórmula infalible para estos escoceses que destilaban energía y la esencia del Rock en todo lo que hacían.
La poderosa sección rítmica, de las que parece que no están y sin embargo permiten que todo lo demás funcione, hacen que las dos guitarras, en los riff tan propios del grupo o los punteos que se aventuran a doblarse en las guitarras o a ejercer de ideológico canto social a una de ellas mientras la otra le apoya sin descanso con los ritmos, se alcen poderosas y desplieguen el poder del Rock concebido como un dulce encantamiento desde la poderosa concepción de su Música.
Un disco para disfrutar del poder del estilo en una época donde ese poder se iba difuminando poco a poco, y para entender los nuevos sonidos que dentro de la calidad aparecían en el mundo del Rock, parte de nuestra alma.
Stuart Adamson guitarra, voz, piano. Mark Brzezicki batería y voces. Tony Butler bajo y voces. Bruce Watson guitarra, mandolina, sitar y voces.
SIDE ONE: Flame of the west; East of eden; Steeltown; Where the rose Is sown; Come back to me
SIDE TWO: Tall ships go; Girl with grey eyes; Rain dance; The great divide; Just a shadow
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