El hombre juega a ser el amo, siempre ha sido así. Espera que obedezcas porque piensa que su mano te da de comer, al margen de lo que esa mano lleve escondido cuando te la tiende para ofrecerte ayuda. Las migajas no son una buena paga, pero se pueden convertir en el sustento de los mediocres atenazados por el miedo.
Dicen que digamos lo que quieren decirnos; es su manera de pensar para que no pensemos. Una cosa escapa a sus abyectas mentes, la sensación que la Música produce en mi alma. A pesar de lo que vendan, a pesar de su mano tendida para apretar el cuello, a pesar de las leves caricias que no son sino el golpe seco del desprecio, ese mismo golpe se vuelve contra ellos cuando la melodía rompe el silencio, arrastra el barro que llena los caminos y limpia mis sentidos al cubrirme por completo.
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