Parece una quimera, y realmente pudiera serlo si nos ponemos en la ilusión de vivir un sueño.
Nunca imaginé que sería el cuarto viaje a un país fascinante que me atrae por lo que da en sus lugares, sus gentes (a día de hoy sobre todo, y que dure) y en esa parte de mi alma que es casi todo porque me lleva a los confines del universo, la Música, su esencia y lo que representa.
Japón es en muchos aspectos un lugar donde perderse en lo físico y lo espiritual, lo mental y lo emocional, y además tiene la capacidad de guardar muchas de esas sorpresas que cuando uno las va descubriendo enganchan porque son pura sensibilidad.
El cuarto viaje al país del sol naciente buscaba muchas cosas, abundar en otras que nos emocionan y por las fechas descubrirme cuarenta años después del inicio de una pasión que los japoneses viven como pocos, la Música y lo que representaba celebrar ese aniversario buscando, acariciando, desnudando... vinilos con las yemas de los dedos, a través de mis ojos y por supuesto viviéndolos con mi alma.
Las siguientes entradas de este espacio que guardo para la Música pero que me permite vivir otras muchas cosas más, serán para recordar de nuevo esa cuarta tuerca de vuelta a los sueños, con el hilo conductor de la Música, porque en cada segundo ha estado presente en espacios, rincones, lugares inimaginables y por supuesto tiendas de discos que me han hecho viajar a un lugar donde nadie puede ser si no es con los sonidos y lo que significan.
Cuando una gente que se encuentra a once mil kilómetros de ti siente con algunas cosas eternas lo que tú, sabes que el mundo es tan grande como uno quiera y tan pequeño como las sensaciones te hagan.
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