No voy a convencer a nadie de lo que no quiere creer. A estas alturas me sobran los que sobran, todo lo que quiere parecer y sin embargo pretende ser, aquello que se disfraza de la modernidad y rezuma a mediocre.
Será porque he sido todo eso y aún así (hablando en pasado por lo que me toca, creo) gente que se me acerca me señala como uno de esos pordioseros que vive de vender sus momentos de miseria. Quizás no les falta razón.
Desde hace mucho tiempo ya no convenzo, ni porque soy capaz ni porque sé hacerlo, pero sé que algo es descaradamente cierto, cuando intuyo una melodía y hace que mi piel se erice, en ese momento soy quien nadie, especialmente los que aún me conocen y pueden señalarme con el dedo, puede imaginar.
Será que la mentira y la razón van de la mano, y lo visceral y lo racional son lo que quieren ser juntándose en el otro extremo de la cuerda (esa teoría del infinito y la nada siempre me ha fascinado) pero la Música, que es capaz de abarcarlo todo, llega hasta donde los que suponemos no está, o no queremos pretender que esté, que es otra cosa.
"El Increíble Hombre Menguante" es un tratado de filosofía, moral de lo más amoral y de la teoría que lo abarca todo, por eso creo que menguar no sólo no me importa, sino que me viene de perlas cuando todo lo que te rodea es justo lo que no deseas y sin embargo no tienes agallas o intelecto para cambiarlo.
Lo único que no mengua, y en eso siempre saldré ganando, es el amor que siento por la Música y lo que ella me da, porque en ese punto sí que creo que el infinito está a años luz de la nada.
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