Desde el lugar donde nunca se debería haber hecho esta entrada (al menos así)
Un año más, fiel a su cita con la ciudad de Bilbao, que no sé qué demonios le ha hecho para que le haga lo que le hace cada enero (al menos desde hace unos cinco años) allá por el segundo domingo del mes, en la sala BBK se esperaba con expectación la salida al escenario del rockero neoyorquino y su fiel escudero, el guitarrista francés Olivier Durand. Al menos los que esperaban con esa expectación no están entre aquellos a los que hago referencia en lo de no saber qué le ha hecho Bilbao y su público a E.M.
A la pregunta del millón (que nadie me hará porque este espacio es para los invisibles seguidores de la nada) de por qué sigo yendo, esa respuesta estéril tiene que ver y mucho con la relación entre íntima e insaluble con Satanás y sus promesas incumplidas, pero vamos a lo que iba.
Cada uno puede ganarse la vida como le dé la gana, y otros nos atrevemos a decir que nos gusta o no sobre todo si es con algo que nos llena el alma como la Música. Para mí la Música es algo muy serio, y no porque me haga poner cara de seto (de hecho ella consigue que la cara de seto habitual se me quite) sino porque me provoca emociones, sentimientos, me hace vibrar y me lleva al infinito, justo lo que E.M. ha conseguido muchas veces, incluso en más de una y dos ocasiones en este siglo XXI, pero ahora ya no.
Es así, cada uno se puede ganar la vida como quiera, pero arrastrar lo que ha sido como creador del Rock'N'Roll en estado puro, como escritor de canciones que erizan la piel y emocionan... pues bueno, él sabrá.
En el día de autos, el 14 de enero de 2018, E.M. consiguió un más difícil todavía, superarse en ese concierto que se guarda para la Sala BBK y emborronar más aún su nombre de artista y rockero, ese que hacía estallar los sentidos con unas canciones y álbumes formidables durante la década de los setenta.
Y eso que el concierto prometía en su inicio, atreviéndose con un clásico de su "Just A Story From America", la cabalgada "Drive All Night", que invita a escapar para buscarte y buscar (es lo que debí hacer en ese momento por si acaso) seguido por "Winners, Losers, Beggars, Choosers", pero ahí se quedó todo (hasta la mitad del supuesto show donde retomó una de sus obras maestras para cagarla con la versión que se marcó)
En fin, que como el público no se daba por enterado y seguía al músico como si estuvieran viendo a la joya de la corona por enésima vez (debe ser que coleccionar las entradas de sus conciertos de enero dan para bonos en tiendas de moda en Bilbao) el chico se fue viniendo arriba y a partir del tercer tema subió el volumen de su guitarra hasta límites insospechados (de ahí lo de venirse arriba) para tapar lo poco decente que le quedaba en los últimos años, su voz, que no daba para nada, y sobre todo la guitarra de Olivier Durand, que le había mantenido vivo en muchas ocasiones anteriores. No sé, quizás me estoy volviendo muy exigente, o quizás el que cada día me den collejas por hacerlo perfecto en lo que me va el sueldo me ha puesto una mala uva que no veas, pero si vas de músico, haz Música, hazla bien y no humilles a lo que te ha dado la vida.
Su guitarra era un desvarío de vibratos y volúmenes brutales, su voz no se escuchaba (más que nada porque no la tenía) y a su subordinado, al cual trataba como un asalariado que bastante tenía con estar a su lado, no le dejó más de cuatro solos a lo largo del concierto y un párrafo de una canción en francés, para que el toque universal se notara.
En medio del éxtasis, agarró la armónica, antaño un instrumento maravilloso entre sus labios, y se dejó caer reventando uno de sus himnos, "You Never Know What You're In For", con una introducción lamentable sin fuelle y un intermedio con menos ganas aún.
Aún quedaba lo mejor, entre temas sin nada que decir y algún clásico que ya no lo era, el apoteósico final para mayor gloria de los trasnochados espectadores del "todo vale" donde el rockero les hace partícipe del show cuando entona el "Last Of The Rock Star" (no se referirá a él mismo, quiero entender) mezclándolo con varios clásicos del Rock y un batiburrillo deleznable que llevan al "Buga, buga, buga, buga", "Oe, oe, oe, oe" y algunos exabruptos más que prefiero no recordar. Culos moviéndose, tipos y tipas queriendo volver a ser jóvenes, el rockero en lo más alto, Olivier pasando de todo y el que suscribe queriendo que Satanás lo salvara (pero el diablo es demasiado listo y cobra sus deudas hasta el final)
Eso hubiera quedado muy mal como final, pero quedaban los bises, y quitando el homenaje a Tom Petty, que casi salva el concierto (obviamente era imposible) para E.M. debió ser un alivio el momento de desenchufar la guitarra, porque "Green River" casi le deja bien, ya que su voz no se notaba tan mal sin ruido de fondo.
Todos de pie, aplausos, inclinaciones de pecho varias (Olivier seguía sin creérselo aunque presentó tres veces seguidas al que le paga) y los de Bilbao podían decir a sus amistades, entre sus amigos y en las redes sociales que habían vuelto a "disfrutar" de E.M. en la Sala BBK.
El año que viene amenaza con volver, y Satanás ya me ha dicho que mi deuda de honor, o sea haber vendido mi alma, no se paga hasta el 3.525, de modo que...
Yo creo que he pagado mi deuda, y el año próximo, que vendrá seguro, yo no vuelvo (en principio), será que un servidor no cree en dioses ni demonios.
ResponderEliminarPor lo demás coincido bastante (o mucho) con lo apuntado, aunque no me agrade reconocerlo.
Salud.
Es lo que ocurre cuando los que escriben y marcan lo que vale o no mantienen el status de algunos de manera inconcebible.
EliminarSaludos, como siempre un placer
The show must go on...y lo sé, éso no debe ocurrir a cualquier precio, pero mi eterno sentimentalismo sostiene un pedestal desde el que confío sabrá cómo dar más y mejor de si mismo.
ResponderEliminarBesos.
Creo que no lo verán mis ojos, aunque los oídos lo busquen. Cuando alguien mantiene una situación que en sí misma es insostenible, no augura nada bueno.
EliminarBesos