Un río baja misterioso, pero ya no temo a esta locura, ¿de dónde crees
que he sacado tantos kilos de ironía?
No dejo de amarte, ni a todas estas utopías, esas que nos hicieron creer
que merecía la pena gastar nuestras horas pensando en el otro mientras los
mediocres sonreían sin saber por qué.
Un río se oculta a su paso, bajo mis pies siento la corriente que me
arrastra, pero mantengo firme mi rostro al viento, dejando que mis cabellos te
busquen más allá de los confines del mundo, donde las fronteras no existen y el
agua nunca se enturbia.
Ya soy ligero como la brisa que me envuelve, no pueden tocarnos, no
mientras nuestras manos sigan buscándose, las almas desvaneciéndose en los
sueños y las fantasías ocupando cada espacio en el contorno de nuestras vidas.
El río cubre en su regazo los deseos más ocultos, esas mentiras que no podemos
fingir y que nos hacen estar junto al otro, queriendo saborear el flujo de vida
que corre por nuestras venas al escucharnos, encerrados en un espacio que sólo
tú y yo conocemos.
Duermo sobre espinas cuando te deseo y no te encuentro, grito a la nada
tu nombre empapado en mis historias, busco tras las esquinas tu rostro
encendido por la pasión que nos envuelve, vuelo con tu cuerpo unido al mío
hacia nuestros sueños, más allá de cualquier razón, inmerso en el imposible de
tu mirada.
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