Tras las innumerables broncas y avisos por no hacer esta entrada hace doce días (o trece si lo hubiera pensado el mismo día del evento) por fin me decido a escribir sobre el último gran concierto que mis sentidos han tenido la oportunidad de recibir, el del 01 de Junio en Bilbao a cargo del gran Jackson Browne y su banda.
No me preocupa el tiempo que ha pasado, cuando algo me llega como lo hicieron las dos horas y veinte minutos de Música que nos ofreció uno de los clásicos del sonido americano de siempre, mi memoria no se permite olvidar, y en este caso no iba a ser una excepción porque la Música se me graba a fuego y con ella vivo.
La excusa era el festival de "Music Legend" (que en este caso era bastante apropiado) para que visitara la ciudad, y el motivo principal para el artista la presentación de su disco "Standing In The Breach" parido en el 2014 y del cual se encuentra de gira.
En lo que no había excusa por mi parte, ya que me había decidido a obviar otras cosas que no fueran la Música, era en ver en vivo a uno de los artistas que durante muchos años acunó noches en vela y sirvió para provocar algunos encuentros de suaves caricias y susurros a flor de piel. Porque Jackson Browne va ligado en mi memoria musical a esos momentos íntimos con los que uno se pierde al arrullo de una melodía que te cuenta historias cercanas que nunca te ocurren o viajes imposibles que esperas hacer algún día.
Afortunadamente Jackson Browne trajo con él una banda excepcional que libró el pulso de sustentar en directo un disco realizado con clase pero que no puede competir con las joyas de épocas pasadas, y afortunadamente el artista y la banda consiguieron subir de tono (y mucho, por cierto) esas canciones de últimos tiempos haciéndolas llegar como una continuación de la enorme y brutal producción que le han hecho ser un escritor de temas superdotado. Porque la banda que se extendió por el escenario es capaz de convertir la nada en combustible para naves espaciales, músicos curtidos en mil batallas, ajenos a los nombres y las glorias, unos pedazos de profesionales que hacen de la Música su alma y a los que la Música les entrega la gloria cuando se ponen a acariciar sus instrumentos, por eso con temas escritos por quien los ha escrito, la transformación fue... pues eso.
El director de orquesta llamado Jackson Browne consigue como los artistas extremos que todas las piezas encajen de una manera perfecta, y a partir de aquí el arte de los músicos hace el resto, porque son tan buenos que no pueden errar, sea desarrollando los temas más intimistas, sea alargando hasta el infinito esas melodías que se suspenden en el aire como si flotaran (el comienzo del concierto con los diez minutos de "The Barricades Of Heaven" ya anunciaba que el límite no existiría, sería Música y lo que viniera) sea en los solos que se permiten porque tienen licencia para ello, especialmente la guitarra a cargo de Shane Fontayne y el hombre multiusos Greg Leisz que con la slide, la steel, la acústica, el acordeón... provoca que los cambios de estilos sean tan naturales como emocionales.
Porque escuché Pop, Rock, Country Rock, pinceladas de Blues y esa Música que nace y se recrea en California y alrededores y de la cual Browne es un maestro. Todo ello con la sensibilidad de un artista que ha paseado tanto por el cielo en lo musical como por el infierno en todo y que se expresa como los ángeles cuando escribe Música, y que en directo a día de hoy consigue algo muy difícil, superar lo que hace en estudio a través de sus compañeros de reparto.
Sección rítmica al uso para aguantar todo lo que viniera, un "Hammond" que sonaba a gloria, dos voces de coros solistas femeninas para dar el contrapunto a la garganta del líder y otras tantas para seguir los temas cuando se requería. Jackson Browne se apoyó constantemente en su guitarra para dar las entradas y en ocasiones, especialmente en las baladas y los temas más íntimos, marcar el paso y sostenernos allá arriba, y en los temas donde se puso al piano todo pareció dar la vuelta, todo se transformó en el color que cada uno le da a sus sueños, fuesen momentos de ritmo o pausas de calma para estremecer.
El último disco se desarrolló prácticamente completo, una primera parte del concierto de unos setenta minutos dio pinceladas de temas antiguos y más actuales, descanso de diez minutos y el recorrido final hasta esas dos horas y veinte entre sueños, melodías de toda la vida ("The Ptetender" sonó a gloria, "Running On Empty" me trasladó treinta y tantos años atrás, entre deseos y canciones talladas bajo las estrellas y "Late For Sky" con Jackson al piano me puso la piel de aquella manera) y lo que él quiso.
Podía haber terminado con cualquier tema, me hubiera gustado que fuera "Song For Adam" para acabar con mi resistencia de una vez, pero se lanzó sin red a una cabalgada con "Take It Easy" para encender lo que faltaba uniéndola como en el disco original a ese baladón llamado "Our Lady Of The Well" con el que nos presentó musicalmente (de nuevo) a la banda y decidió terminar.
No quiero dejar de comentar la inmensa labor de los técnicos de sonido y los encargados de las luces, porque gracias a unos todo sonó perfecto y a gloria y gracias a los otros la belleza de la Música se convirtió en algo casi palpable.
Un concierto para recordar de un músico inolvidable que demostró que los buenos temas no pueden morir jamás, y los que no lo son tanto en manos de genios (también llamados músicos) pueden llegar hasta donde se quiera.
A Lydia y a Mª Paz, que realzaron aún más la belleza de una noche imborrable llenando de magia el escenario de mis sueños, la Música.
Gracias por estar.
Lo mejor que tienen los sueños es cuando se materializan y se disfrutan en vivo, pero mas aún cuando además, son compartidos.
ResponderEliminarUn músico muy especial, magia, amigos, ilusiones comunes.. encantada por estar y poder vivirlo así.
Besos.
Encantado por haberte tenido
EliminarBesos