El tiempo recorre mi piel como el viento en una mañana de otoño. Sé que soy esclavo de mis propias prisas y no soporto la mediocridad de lo que me rodea. Quisiera escapar con la mente hacia ese lugar en el cual me encuentro libre sin el martillo de las horas golpeando mi conciencia.
Puedo sentir que traspaso la barrera del mundo real cuando los primeros sones de la Música acarician mis sentidos. Un fogonazo que detiene todo alrededor y me transporta, que me hace vibrar de la mano de lo único que puede servirme para llegar un poco más allá.
Lúcidos momentos que calman mi cerebro cuando los sonidos me traspasan, abren mi cuerpo hacia ese universo mágico, intangible, de colores creados por mi imaginación, en el cual me muevo. Soy de nuevo, siento otra vez, sé que mi amante está envolviéndome con su abrazo y puedo creer en cualquier cosa.
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