UNA CURIOSA HISTORIA (LA FAMA ES LO QUE TIENE)
Corría el año de 1989, en Madrid en el Parque de Atracciones acababa de
inaugurarse una nueva atracción “LA CASA DEL TERROR”, algo así como un viejo
caserón que ya desde fuera daba un cierto miedo, el público entraba caminando
en grupos reducidos, a la entrada aparecía un “jorobado” que te recibía,
golpeaba una alaldaba gigante y después pedía permiso a voces para empezar el
recorrido avisándote de que cualquier cosa podía ocurrir allí dentro. Todo era
oscuro como una noche estigia y durante el paseo te ibas encontrando con
escenas de terror revitalizadas por actores disfrazados de “Loca encadenada”,
Frankenstein, Drácula, Zombies y otras pesadillas de la literatura del terror
que se movían por delante, por detrás y
a tu lado, acompañando tu tétrico viaje hacia quizás ningún sitio y con suerte
hacia una lejana salida para huir de ellos, también ataúdes, potros de tortura,
cadenas y telarañas.
Una noche, en los primeros días de tal atracción actuaba en el
Parque Ramoncín, eran tiempos de tremendo éxito para él que también
disfrutábamos sus muy íntimos amigos que muy habitualmente compartíamos con él.
Yo tuve la inmensa fortuna de haberle conocido en la tienda de la Calle Toledo
al poco tiempo de abrir ya que en aquellos tiempos él vivía también en la misma
Calle a unos 200 o 300 metros de la tienda, él paraba muy a menudo por allí,
hablábamos, compartíamos ideas, bromeábamos mucho y cimentamos una tremenda
amistad que aún perdura después de tantos años.
Como decía, aquella noche nos abrieron el viejo caserón
especialmente para él, sus amigos y unos cuantos familiares que le acompañaban
entre los cuales estaban su hija Ainhoa y mi hija Vanessa, también estaban
todos los miembros de la Banda de Ramoncín, entre los cuales creo que aún
estaba mi gran amigo, el genial guitarrista Ollie Halsall; entramos en 2 grupos
separados por unos minutos de intervalo, mi hija no quiso entrar en mi grupo
porque conociéndome muy bien sabía que yo participaría en el Aquelarre con poco
que se me permitiera actuar en el negro caserón, me encantan las truculencias
y raramente me impresiona alguna. Quiero hacer un inciso antes de terminar
contando el desenlace de la aventura, a la entrada avisaban que estaba
terminantemente prohibido hablar y mucho menos tocar a los actores del drama
que podrían juntarse con el grupo, pasar entre medias y lanzar sus
correspondientes alaridos, gruñidos, lamentos y otros extraños ruidos.
Siguiendo con la historia y para terminar, llevábamos recorrido
aproximadamente la mitad del viaje cuando de un nicho de la pared del túnel se
me acerca un tremendo Frankenstein con las manos enhiestas, sangrando por sus
cicatrices y tornillos y dice “COÑO, TÚ ERES EDUARDO DE MELOCOTÓN”.
El resto ya no tiene más importancia que la habitual salida de la atracción
entre las risas del grupo de acompañantes.
Una historia particular de un tipo único, Eduardo, alma de Discos Melocotón
Aquel Frankenstein estaba en la onda no hay duda, y si hubiera pasado por allí algún extraterrestre es seguro que también le hubiera reconocido.
ResponderEliminar¡Todo un personaje!
Besos
¿Quién era ese que estaba al lado de Eduardo? El Papa, El Rey, El Cholo, El...
EliminarBesos