sábado, 25 de octubre de 2025

Huyendo de las Sombras (2)

 


La música que llegaba a sus oídos se transformaba en “la voz” que durante tanto tiempo había intentado sacarla del pozo sin fondo en el que se había convertido su existencia, recordando cada comentario de los temas grabados y seleccionados para procurar paz a su espíritu, una paz que ahora, después de demasiado tiempo parecía por fin llegar a su alma. Los sonidos se mezclaban con los que le llegaban del exterior, la brisa se convertía en parte de las melodías que atravesaban sus entrañas, y todo el conjunto se le hacía un cuadro perfecto que ocupaba su mente, un todo de luz, colores, sonidos… miles de sensaciones que la transportaban a ese universo irreal que su amante de horas escondidas tanto la hacía soñar, lejos del alcance de lo humano, allá arriba, donde la voz transformada en imaginación desbordante cubría su mente y la transportaba.

La carretera continuaba desapareciendo bajo sus pies, y una pequeña señal en el borde le anunció que su destino se encontraba cerca, una sorpresa más por la relatividad del tiempo que manejaba sus emociones, lento y pausado para los pensamientos, acelerado para transportarla hacia su sueño, al encuentro de lo que debía ser la transición de lo deseado a lo real, una situación en la comenzó a creer cuando sintió el paisaje sin límites, el horizonte perdiéndose más allá de edificios y toneladas de hormigón, el olor de la frescura atravesando sus sentidos.

Las cuerdas de la guitarra “ataban” su cuerpo al placer cuando la interferencia de una llamada hizo que su corazón se disparase; intentó recomponerse y volver a la calma que desde hacía horas la cubría y tomó el pequeño aparato tras detener el vehículo en un pequeño espacio al borde de la carretera.


 ¿Sí?

Hola preciosa, ¿dónde te encuentras?


 De nuevo el tiempo se detuvo, “la voz”, su instrumento personal para la paz y la calma de su espíritu atravesó su cerebro y la inundó completamente, erizando su piel y provocándole un placer espiritual que ya nada ni nadie conseguía.

Con esfuerzo intentó no alargar la pausa, porque además necesitaba que la distancia en la escucha desapareciera cuanto antes, motivo por el que por fin había saltado todas las barreras y se hallaba en el centro de sus sueños.


 Según las señales que he visto hace poco a unos pocos kilómetros de la entrada a la ciudad, pero eso y nada es lo mismo, porque no conozco la mencionada entrada.

Me alegra enormemente que esta llamada no sea respondida desde tu casa, por fin has…

No hablemos de eso, ya te contaré, ahora dime qué hago y por donde voy.

No te preocupes, avanza hasta encontrar un pequeño polígono con un parquecillo y espera ahí, yo te recogeré.

Estoy deseando verte, ya no puedo aguantar más.

Pues ya somos dos, espero que todo merezca la pena, en especial por tu parte, yo sí lo sé.

Ahora yo también. Te quiero.

Te quiero, nos vemos en unos minutos, y así descansas del viaje.

No ha sido nada cansado, has venido conmigo cada kilómetro y he disfrutado de todo.

Lo dicho, hasta dentro de un rato, un beso.

¿Dónde?

En tus labios… tú misma

Otro para ti, mi amor, aunque prefiero el que voy a darte dentro de poco.

 

Los dedos temblorosos cortaron la comunicación, con “la voz” aún sonando en sus entrañas, y descansó unos segundos sobre el respaldo del asiento, recreando cada frase de la conversación, cada palabra, hasta que de nuevo el ronroneo del motor la puso en guardia para reanudar la marcha, buscando el lugar donde había quedado para escapar de la realidad, vivir un sueño por fin, y ser ella después de demasiado tiempo.

Las escasas ocasiones en las que había puesto rostro a “la voz” que la calmaba volvían ahora a su mente, definiendo cada línea de la imagen que ahora iba a disfrutar de nuevo, esperando que esas líneas se perdieran entre sus dedos, en sus labios, recorriendo cada espacio de piel, buscando el silencio para dejar que los cuerpos hablaran entre sí. Quería medir la sensación que su cerebro había creado con un recuerdo casi difuminado de su amante en la distancia, como el ciego que usa sus dedos para acercarse a la realidad que le es negada, deseaba tenerlo entre sus manos, abarcarlo con sus brazos y poder hacer algo que había recreado miles de veces y le era esquivo, sentirlo, olerlo, apreciarlo cerca de su cuerpo, notar su respiración junto a su rostro, que los latidos de su corazón se acoplaran a los suyos y juntos perderse en esa tierra de ensueño por donde él la había llevado tantas veces, el único lugar donde podía sentirse libre en cuerpo y mente, algo que antes de escucharle hacía mucho tiempo que había muerto en su interior.

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