La música que llegaba a sus oídos se transformaba en “la voz” que durante
tanto tiempo había intentado sacarla del pozo sin fondo en el que se había
convertido su existencia, recordando cada comentario de los temas grabados y
seleccionados para procurar paz a su espíritu, una paz que ahora, después de
demasiado tiempo parecía por fin llegar a su alma. Los sonidos se mezclaban con
los que le llegaban del exterior, la brisa se convertía en parte de las
melodías que atravesaban sus entrañas, y todo el conjunto se le hacía un cuadro
perfecto que ocupaba su mente, un todo de luz, colores, sonidos… miles de
sensaciones que la transportaban a ese universo irreal que su amante de horas
escondidas tanto la hacía soñar, lejos del alcance de lo humano, allá arriba, donde
la voz transformada en imaginación desbordante cubría su mente y la
transportaba.
La carretera continuaba desapareciendo bajo sus pies, y una pequeña señal
en el borde le anunció que su destino se encontraba cerca, una sorpresa más por
la relatividad del tiempo que manejaba sus emociones, lento y pausado para los
pensamientos, acelerado para transportarla hacia su sueño, al encuentro de lo
que debía ser la transición de lo deseado a lo real, una situación en la
comenzó a creer cuando sintió el paisaje sin límites, el horizonte perdiéndose
más allá de edificios y toneladas de hormigón, el olor de la frescura
atravesando sus sentidos.
Las cuerdas de la guitarra “ataban” su cuerpo al placer cuando la
interferencia de una llamada hizo que su corazón se disparase; intentó
recomponerse y volver a la calma que desde hacía horas la cubría y tomó el
pequeño aparato tras detener el vehículo en un pequeño espacio al borde de la
carretera.
Hola preciosa, ¿dónde te
encuentras?
Con esfuerzo intentó no alargar la pausa, porque además necesitaba que la
distancia en la escucha desapareciera cuanto antes, motivo por el que por fin
había saltado todas las barreras y se hallaba en el centro de sus sueños.
Me alegra enormemente que esta
llamada no sea respondida desde tu casa, por fin has…
No hablemos de eso, ya te contaré, ahora dime qué hago y por donde voy.
No te preocupes, avanza hasta
encontrar un pequeño polígono con un parquecillo y espera ahí, yo te recogeré.
Estoy deseando verte, ya no puedo aguantar más.
Pues ya somos dos, espero que todo
merezca la pena, en especial por tu parte, yo sí lo sé.
Ahora yo también. Te quiero.
Te quiero, nos vemos en unos
minutos, y así descansas del viaje.
No ha sido nada cansado, has venido conmigo cada kilómetro y he
disfrutado de todo.
Lo dicho, hasta dentro de un rato,
un beso.
¿Dónde?
En tus labios… tú misma
Otro para ti, mi amor, aunque prefiero el que voy a darte dentro de poco.
Los dedos temblorosos cortaron la comunicación, con “la voz” aún sonando
en sus entrañas, y descansó unos segundos sobre el respaldo del asiento,
recreando cada frase de la conversación, cada palabra, hasta que de nuevo el
ronroneo del motor la puso en guardia para reanudar la marcha, buscando el
lugar donde había quedado para escapar de la realidad, vivir un sueño por fin,
y ser ella después de demasiado tiempo.
Las escasas ocasiones en las que había puesto rostro a “la voz” que la
calmaba volvían ahora a su mente, definiendo cada línea de la imagen que ahora
iba a disfrutar de nuevo, esperando que esas líneas se perdieran entre sus
dedos, en sus labios, recorriendo cada espacio de piel, buscando el silencio
para dejar que los cuerpos hablaran entre sí. Quería medir la sensación que su
cerebro había creado con un recuerdo casi difuminado de su amante en la
distancia, como el ciego que usa sus dedos para acercarse a la realidad que le
es negada, deseaba tenerlo entre sus manos, abarcarlo con sus brazos y poder
hacer algo que había recreado miles de veces y le era esquivo, sentirlo,
olerlo, apreciarlo cerca de su cuerpo, notar su respiración junto a su rostro,
que los latidos de su corazón se acoplaran a los suyos y juntos perderse en esa
tierra de ensueño por donde él la había llevado tantas veces, el único lugar
donde podía sentirse libre en cuerpo y mente, algo que antes de escucharle
hacía mucho tiempo que había muerto en su interior.

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