sábado, 28 de octubre de 2017

Kroke (Bilbao Bidebarrieta Liburutegia)

Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido



Un lugar como la biblioteca del Casco Viejo de Bilbao no deja indiferente. Se trata de un edificio precioso, que rezuma el aroma a cultura, y el silencio que la envuelve en algunas de sus salas anima a involucrarse en esa intimidad que ciertas artes exigen.
Lo que no me podía creer es que ese mismo lugar albergara un salón de actos que pudiera servir para expresar cualquier forma de cultura de aquella manera, porque cuando entramos para ver a Kroke, el grupo polaco de música tradicional, me podía esperar cualquier cosa (más o menos en la línea que conocía) pero no lo que aconteció.
Tras veinticinco años de carrera el trío ha pasado por muchas vicisitudes, pero es evidente que el talento les ha permitido ir cada vez más allá en sus propuestas musicales, y el directo que vivimos fue de todo menos habitual (afortunadamente)
El principio de todo, con un silencio sobrecogedor en la sala, ya me puso en guardia, porque la flauta tocada con maestría y una sensibilidad exquisita te transportaba a un pasaje donde podías imaginar espacios abiertos alejados de cualquier círculo en los cuales la Música se encorsetara. El efecto de eco perdido en el silencio no hacía sino aumentar esa sensación, pero cuando todo parecía elevarse sobre la nada, el músico dejó la flauta y sujetando con firmeza una preciosa viola que recordaba a cualquier cuadro de siglos pasados, comenzó el estallido de la magia.


Contrabajo eléctrico, acordeón y viola, más las voces esporádicas y la percusión de los tres sobre sus propios instrumentos, así crean la Música Kroke, así son capaces de hacer que muchas cosas que parecían en desuso vuelvan a estar hoy con nosotros.
Tomasz Kukurba es un portento de músico con una capacidad de improvisación alucinante, que toca la viola y utiliza su garganta de una manera magistral, amén de la percusión que puede hacer con cualquier parte de su cuerpo y su instrumento, acompañado magistralmente por Tomasz Lato al contrabajo y el sorprendente Jerzy Bawol al acordeón, un instrumento del que aprendí más de lo que sabía hasta ese momento viéndole tocar.
Sus discos en estudio son lo que son, y aunque la evolución desde el primer trabajo allá por el año 96 es evidente, lo del directo es otra cosa.
La Música tradicional seguirá siendo la base de sus composiciones, no digo que no, pero en vivo y sobre un escenario es la excusa para dar pie a una sinfonía de Folk Prog. de pura cepa, arañando al tiempo memorias de la escuela de los grandes grupos de finales de los sesenta y todos los que siguieron otro camino en los ochenta (la mal llamada...)
Una brutal exhibición de virtuosismo inundó cada uno de los temas que nos ofrecieron, todas obras que se manejaban entre los seis minutos y el cuarto de hora, en las cuales se dejaban ir (especialmente Kukurba, porque lo de este chico no es normal) con absolutos delirios de libertad creativa en clave del Prog. más libre, impregnado con la magia del Folk y los detalles típicos de la vanguardia más extrema.

La verdad es que ni me planteé que pudiera ser un choque frontal con el auditorio que escuchaba, pero la cara de alucinados de la gente se transformó en verdadera pasión y entrega ante tamaña exhibición de Música.
En más de una ocasión cerré los ojos para dejar volar mi imaginación, mientras el sonido impecable del trío me envolvía, y no podía dejar de recrearme en las imágenes de esos grupos que me han enamorado cuando conocí el estilo, como Fairport Convention, Forest, y sobre todo los "libertarios" emocionales como The Incredible String Band o posteriormente en otras décadas el sonido de Nightnoise. Base de Música clásica y por supuesto tradicional, siempre como esos comienzos que a medida que se desarrollaba el tema se iban difuminando para dejar paso a lo que la imaginación desea.
La viola seguía arañando las entrañas o acariciándote por igual con vertiginosos solos infinitos o melodías que eran como un susurro, el acordeón iba y venía entre acordes y choques frontales con las cuerdas, mientras que el contrabajo parecía mantener todo bajo control dentro del maravilloso caos organizado que era cada tema.
Nunca dio la sensación de que las ideas fueran a agotarse, más bien al contrario, y cuando nos ofrecieron el bis tras el concierto, una barbaridad de quince minutos destruyó cualquier atisbo de duda sobre la capacidad de los músicos, especialmente con el "viaje" de la viola sobre nuestras cabezas en un homenaje del músico a la sala paseándose y ofreciendo la Música entre los asientos.

Es lo que tiene la Música, que lo infinito de lo que es, en la clase y la calidad, puede sorprender siempre, y desde luego Kroke se encuentra en un momento de dulce evolución en el cual no tienen nada que perder y sin embargo son capaces de ofrecer algo que jamás morirá, un estilo hecho para que la mente viaje hasta los confines del universo.






A mi Amor, por hacerme cerrar los ojos y sentirlo.

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