sábado, 28 de octubre de 2017

Ian Hunter & The Rant Band (Bilbao Kafe Antzokia)

Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido



Rock And Roll Is And Attitude... Not An Age!!!

Y sin saber por qué me volví a ver en Mérida, con los viejos amigos de pandilla, treinta y ocho años antes, escuchando y bailando en la habitación donde compartía sueños y Música.
Porque esos años después un rockero vino a verme (o fui a verlo pagando la entrada, pero no queda tan romántico) y de pronto parte de toda esa esencia que me hace ser y a la que llamo Música se convirtió en una acertada noche de sueños imposibles con mi Amor, lo que siento y mi alma llena de Rock 'N'Roll.
No me daba buena espina el Antzokia, nunca me la da, y de hecho lo único que voy a decir no positivo de esa mágica noche es que me quedé sin escuchar los acordes del piano, el "Hammond" aullando y arrancando la piel (salvo en dos entradas que se hizo solo) y los coros de tres tipos que se dejaban la piel secundando la voz de un músico irrepetible; pero eso es el Antzokia y la basura que se empeña en no arreglarlo.

Los de cincuenta y pocos y algo más bajábamos la media de los asistentes unos setenta años y resultaba encantador ver a viejos rockeros buscando de nuevo subirse por las paredes al son de la Música de un clásico, un tipo que no tiene nada que demostrar y que lo hace sin esfuerzo.
Luces apagadas, un par de ajustes para afinar y la primera andanada de puro Rock saliendo de los instrumentos de una banda que viene de vuelta, sabe el oficio y además se divierte con lo que hace una barbaridad. Dos guitarras, bajo, batería, los teclados "silenciosos" y la espera de apenas dos minutos para que entre los riff del primer tema tomara el escenario este clásico que se come lo que la lógica debería enviar a un geriátrico.
Ian Hunter no sobrevive, vive y sigue impartiendo clases de lo que es el Rock 'N'Roll, porque con setenta y ocho años ya no va a aprender nada y sin embargo aprende repartiendo lecciones, encima de un escenario con sus eternas gafas y ese pelo que no puede caerse jamás (lo de los pactos con Lucifer, Belcebú, Satanás y diablos varios toman forma cuando le ves) y además ahora vistiendo acorde a la elegancia pero informalidad que nunca tuvo (ha dejado el halo hortera del glam, el glom, el glum y la estética setentera para siempre, y da gusto)
Una vez que tomó el mando, nos deleitó con ciento diez minutos de Música sin parar (literal) energía y el Rock en estado puro saliendo por su garganta y los instrumentos de los seis músicos, una verdadera barbaridad sabiendo que ninguno de los que estaban allí eran recién llegados a la década ni al siglo. No es que su último disco esté mal, es Ian Hunter haciendo Música y a estas alturas está muy por encima de la mayoría, pero en el concierto se dedicó a disfrutar, y por ende a hacernos disfrutar, con sus temas de siempre, un recorrido por la historia, la esencia de la Música que ha hecho que todo gire hacia la magia y la seda, aunque existan demasiados hijos de puta que se empeñen en lo contrario.

Desde Mott The Hoople, pasando por su etapa en solitario de los setenta y algo del más acá, demostró que los super clases seguirán siéndolo si ellos quieren, y que la Música no sabe de edades, sólo de actitudes, porque sale del alma.
Es fascinante poder moverte al ritmo de una banda que lleva el Rock en la sangre, que sabe qué hacer y cómo, sin perder nada de lo que un concierto intenso y lleno de energía debe tener, porque incluso las baladas y esos temas entre pausados y rítmicos que tiene y que tan bien domina Ian Hunter te hacían saber que eras parte de ese ritmo que el corazón siente y te enerva, te eleva, te lleva, hasta hacerte suyo.
La noche fue creciendo con la Música de estos viejos rockeros, de menos al infinito, llegó hasta donde quiso y acabó los bises con un tono vocal más alto que al comienzo, calentándose a medida que el ritmo de los latidos de los que estábamos allí se hacía sentir, porque la sección rítmica simplemente seguía ese ritmo que hacíamos al vibrar, con el pie, con la mano, con el pecho, con la garganta, con el alma... y Ian Hunter recogía ese movimiento que sólo se puede sentir cuando el escenario se estremece y lo transformaba en Música para devolverlo con su voz, su acústica y el piano que durante más de media hora fue su vehículo para llevarnos hacia las estrellas.
La banda le siente, se siente a gusto con él y lo traslada, las guitarras escupen fuego que abrasa y acaricia por igual, la batería te patea el culo con un gusto exquisito, el bajo se entretiene haciéndote ver que no es uno más, que es otro más, y ese teclado que nunca escuché cuando pudo acarició mis entrañas con los acordes de un "Hammond" que me ha llevado al éxtasis tantas veces que no puedo recordar.

Ian Hunter es un grande, a algunos le parecerá que ha estado a la sombra de algunos, pero este tipo creó una forma de entender el Rock sin bajarse de lo que creía, siguió su camino a pesar de muchas cosas y ahora da lecciones sin quererlo, porque con su aureola de Rock Star consigue ser parte de un grupo que hace algo que la mayoría añora, Música de calidad, Música para sentirte vivo, la Música que iba a salvar el mundo y el mundo no la dejó que lo salvara.
Respirando el aroma de mi Amor junto a mí, dejando que mi cuerpo se fuera de este mundo, volví a sentir lo libre que puedo ser cuando estoy junto a ella y la Música me abraza, y eso es algo que nadie me puede quitar.
El maldito Kafe Antzokia me privó de ese teclado, los coros y el ritmo de los pies del guitarra, pero me permitió vivir a uno de mis genios, y él de nuevo hizo magia para transportarme a mis dieciséis años, cuando compré el primer disco de un tipo que me enamoró a los acordes del "Just Another Night", que sonó esa noche para los viejos amigos, los sueños y la vida.
Hay gente que es capaz de transformar su trabajo en sueños, y hacer que otros lo vivan.






A mi Amor, por dejarme sentirla cuando sueño.
A Mª Paz, que lo siente cada vez más y lo transmite.
A los que estuvieron en ese cuarto, alrededor de un vinilo y muchas ilusiones.

2 comentarios:

  1. Un gran músico con mayúsculas, todo un mérito tener aún tanto que ofrecer y hacerlo con esa clase.
    Un grande, otro, que he tenido la suerte de conocer de tu mano, gracias.
    Besos.

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    1. Mi mano no sabe de Música, es ésta la que nos envuelve y acaricia. Y siempre hay que saber escuchar. Besos

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