Escuchaba una melodía, inspiradora, llena de sentimiento. Abrí los ojos y me encontré en el mismo lugar donde los sueños me recogieron la noche anterior.
No tuve miedo, ni sentí inquietud, a pesar de los negros presagios. La Música seguía empapándome, entrando por cada poro de mi piel, haciéndome sentir parte de cada latido que las notas provocaban.
Meciéndome al ritmo que imponía, mi mente se trasladó hacia el génesis de todo lo que era, cuando por primera vez acarició mi alma y me hizo saber que estaríamos juntos hasta la eternidad.
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