miércoles, 30 de marzo de 2016

De Vinilos y Otras Glorias MDCXXXIX

Una banda que consiguió un sonido personal e intransferible, a pesar de todo lo que pululaba por esos tiempos, que no ayudaban nada a que la creatividad fuese la reina de la función.


The Silencers (Dance To The Holy Man) 1991


El tercer disco de la banda escocesa de Rock intenta diferenciarse de su anterior trabajo, que había arrasado en el mercado y con la crítica.
Y no por ello "Dance To The Holy Man" pierde la calidad que el grupo tiene y que en sus primeras épocas les hicieron ser especiales e importantes como banda que intentaba muchas cosas al margen de lo establecido, sino que busca (una seña de identidad del combo) otros caminos donde desarrollar su Música.
Original y lleno de matices, el álbum comienza de una manera sorprendente, con esa especie de danza tribal que se lanza al viento y al espacio "Singer Ginger", que ni siquiera viene registrada en el insert del disco, por aquello de... A través de ritmos que se van uniendo en una cadena continua de melodías formadas por los teclados y los momentos en los que las gargantas se unen a la fiesta con sonidos guturales, silbidos, ruidos varios, los temas se desgranan esperando la voz que marque los tiempos y desde ahí todo lo que los ritmos dejen.
Momentos emotivos con guitarras que se desangran con notas colgadas en el espacio y que se saltan esa dictadura de los teclados (nada habituales en sus sonidos, todo sea dicho) que se alternan con bellezas de altísimo nivel, temas que rallan la categoría de obra de arte, como ese monumento llamado "The Art Of Self Deception" donde todo lo clásico se conjuga para llevar al infinito, las guitarras acústicas acariciando la piel, la eléctrica dejándose de historias y apareciendo por encima de todo, unos arreglos excepcionales y el gusto por el placer sensorial al que ayudan y mucho los conjuntos corales de toda la banda.
Un disco que ofrece una visión del Rock metido en la década de los noventa sin buscar el gusto de lo que estaba escrito, sino haciéndose un hueco con tremendos temas, compuestos con la calidad que el grupo tenía, que era mucha.
Para disfrutar de la buena Música, que siempre está bien, es recomendable y por supuesto un bálsamo para que los sentidos dejen de lado tanta bazofia que se acumula con una facilidad terrible.
Jimme O'Neill voz, guitarra, armónica y teclados. Cha Burns guitarra y voz. Davy Crichton violín, mandolina, acordeón y teclados. Tony Soave batería y percusión. Lewis Rankine bajo. James Gilmour voz, guitarra acústica y baile.

Side One:  Singing Ginger;  Robinson Crusoe in New York;  Bulletproof heart;  The Art Of Self Deception;  I want you;  One inch of heaven
Side Two:  Hey Mr. Bank manager;  This Is serious / John The Revelator;  Afraid to love;  Rosanne;  Electric storm;  When the night comes down;  Robinson rap


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