Mientras
la niebla va envolviéndome con su manto y me transformo en una más de las
criaturas de la noche, pienso que me gustaría escribir una canción pero no
parece que se me ocurra nada, porque no parece que pueda encontrar la
inspiración ni la fuerza con la que me encontraba cuando dos ojos me miraban
con dulzura pidiéndome que los salvara de la desesperación y el delirio. Sí, es
cierto que me gustaría escribir, plasmar en un papel las ideas de una locura
que me posee desde hace demasiado tiempo, para que luego pudiera gritar al
silencio todo lo que brota de mi cerebro, para que mi garganta pudiera
quebrarse mientras mis entrañas se encienden por la impotencia de un final
feliz, de una solución honesta. Una música grabada en mi cerebro desde hace
¿siglos? comienza a formarse, me lleva, me anima a seguir el ritmo, y las
palabras comienzan a materializarse, pero no puedo escribir, nada puede
permanecer si es producto de algún momento de lujuria, y la melodía, ahora atronadora,
me lleva a gritar y a aullar hacia las estrellas mientras todo ser a mi
alrededor escapa por las sombras escondiéndose de mí.
La paz de
mi espíritu es algo imposible, pero quizás lo que escriba o lo que traduzca en
melodía hagan caer a alguien en la cuenta de que todo es como lo creamos, nada
nos lo crea, porque nuestra mente y nuestro espíritu están fuera del alcance de
lo simple, las normas, lo humano. La ambición se apoderó de nosotros, y nos
llevó demasiado lejos, para otros sin embargo, el conservadurismo les llevó al
hastío, y no lo soportaron; toda mi vida ha estado jalonada de cadáveres
colgando de los árboles, pero he descubierto que huir no te asegura una muerte
plácida. Me he sentado a orillas de los ríos recordando los buenos tiempos, y he
tenido la sensación de ser arrastrado por la corriente, pero también he caminado horas y días
enteros, y parecía que no llegaba a ninguna parte. Al final las cosas sencillas
son las que me han dado “algo” para poder creer, porque el tiempo que precisaba
para ellas podía quitármelo del resto de mi vida aunque quedara hecho jirones y
quemara etapas sin darme cuenta.
Bajo la
noche turbadora, cuando todas las estrellas brillan con fuerza, pedía un abrazo
para sentir el calor, y pedía que no me
dejaran. Bajo la noche turbadora podía moverme a través del firmamento, y
moviéndome atrapaba mi propio ser, pero no quería más que contemplar la
inmensidad de lo que me rodeaba, por eso pedía un abrazo, para poder mantenerme
unido a alguien y no escapar a través de las estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario