Cuando una guitarra
expresa sentimientos, y la Música que crea te puede llevar lejos de este mundo,
esas seis cuerdas que son la prolongación de una mente y un cuerpo se
convierten en el vehículo para un viaje alucinante.
Eso lo conseguía Alvin
Lee cuando atacaba furioso su guitarra para interpretar cualquiera de los temas
de Blues Rock que dominaba como pocos, lanzado a una carrera consigo mismo para
conseguir llegar a lo más alto. Un guitarrista que no estará en la lista de los
iconos que forman el Olimpo de los dioses musicales, pero que para el que
suscribe nunca se ha bajado y ya no se bajará jamás de ese estatus de Clásico y
genio que se creó a base de furibundos solos sin final, riff salvajes y
desgarradores y actos de amor con su guitarra acariciándola de mil maneras y
con mil aparatos ajenos a ella para hacer que su sonido nos amase a todos.
Será un tópico, y
posiblemente ciertas pautas establecidas nunca se puedan cambiar, pero cuando
alguien, de manera salvaje o como un susurro te atraviesa, la magia de la
Música se siente, y Alvin Lee esa magia la hacía llegar como quería.
Una imagen, un portento
de músico, un guitarrista excepcional, más que les pese a muchos y por eso
mismo, el gran Alvin Lee se ha convertido por derecho propio en la leyenda de una
noche de Blues, R’n’B y ese Rock salvaje y desmelenado de su última etapa, un
músico que sólo quería tocar, y que lo hacía como los ángeles.
El concierto en las
estrellas sigue ampliándose, y ahora toca escuchar ese tema que se hará eterno
cuando los sonidos rasguen el silencio, después de eso… “I’m Going Home”.
Alguna vez alguien ha sido un alma especial, ha sabido crear y convertirse en un ser eterno, nunca es tarde... ahora lo sé.
ResponderEliminar"The show must go on"
Sobre todo si su Música sigue viva, como es el caso
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