Se entiende que cuando
uno ha satisfecho la apetencia de todos los hombres existentes, la única
apetencia que le queda puede ser sólo la de un ser que no existe en absoluto…
O de vez en cuando
ocurre que cuando todos los que viven alrededor de uno como ser se interesan
por ese al que ven pero no pueden llegar, porque su forma de expresarse entre
ellos es de la manera en la que no pueden explicar. Porque cierto es que debe
ser duro aceptar que uno no llega, no va, no da, no ejerce, por razones
variadas y todas ella muy honorables, y sin embargo observar tan cercano, tan
ahí, como si fuese uno más a ese “entrañable” ser que llega, va, da, ejerce y
todo ello de una manera honorable, de hecho aberrantemente honorable.
Es doloroso (debe serlo
¡¡vive el cielo!!) oír hablar a los que son como uno, que nunca serán más de lo
que deben, no pueden porque no quieren, en las mismas estúpidas conversaciones,
sobre esas cosas tan mundanas que llenan la mente cual escena porno impactante
con la conocida de turno que ni se sabía que se quitaba las braguitas para otros
menesteres, y de pronto observar que los deseos ocultos en la memoria, lo que
pudo ser y ya no será pasan por delante de tus ojos a través del devenir diario
en los actos de un ser que debería haber sido castigado por las iras del
infierno, aunque sólo fuera por dejar en entredicho esta forma de vida que a
tantos… atrae.
Le ven, le escuchan,
pasa de largo y lo siguiente es un acto de esos que son incapaces de expresar,
de los que ya imaginaban en su tierna adolescencia y a base de tragar mierda
embutida en palabras de rectos consejos fueron olvidando. Por eso le ven como
alguien (quizás incluso como algo) que no existe en absoluto, la imagen
invisible de lo que no puede ser porque sería demasiado cruel saber que sí se
hace, el ser disturbador que debería desaparecer de ese idílico entorno que
tanto cuesta crear a base de tragaderas sin final, pantalones que se caen por
el peso de las “dudas” o suelos limpios como una patena por lenguas que
abrillantan sin cesar.
Claro que al no existir,
el peligro de echarlo en falta continúa latente en sus entrañas, recordar que
hubo un tiempo de armaduras y caballeros donde el honor, la razón y el buen
gusto por lo bien hecho eran la máxima de paladines de leyenda, hombres
embutidos en sus plateadas vestimentas que podían luchar contra dragones,
caballeros negros, evitando la rapiña y salvando a la doncella que caía rendida
ante sus hazañas.
Les hace falta, porque ¿a
quién van a insultar?, ¿de qué manera van a echar su mierda hacia algún lugar
donde el viento no se las devuelva? Es necesario para convencerse de que todo
ese mundo maravilloso conlleva una carga de críticas, malas caras, ataques
furibundos y envídias nunca ocultadas. Es necesario porque la mediocridad de
sus vidas les hace ahogarse con su propia hipocresía, y sentir cercano lo que
nunca serán es el soplo de aire que abre la ventana de su inmundicia.
Lo malo de estos personajillos que has descrito tan maravillosamente es que se envuelven en una cápsula que su propia miseria endurece día a día y consiguen resistir y mantenerse donde están.
ResponderEliminarEsa cápsula sólo es vulnerable ante el ataque inteligente de un animal en peligro de extinción llamado "mosca cojonera".
Desde aquí hago un llamamiento al mundo entero:
SALVEMOS A LA MOSCA COJONERA. A lo mejor cambia algo.
Besos sinceros.
¡¡¡MOSCA COJONERA FOREVER!!! y aquello de ¡¡A por ellos que son pocos y cobardes!!
EliminarBesos