Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido.
Space Farm (Going Home To Eternity) 1972
Por aquello tantas veces comentado de la Música sin fronteras (la de calidad, ¡¡vive el cielo!! la otra se puede quedar en la frontera que le dé la gana) nos hemos dado una vuelta por la lejana Nueva Zelanda para degustar un manjar exquisito. Hacía tiempo que tenía ganas de invitarles a venir a este nuestro "Paseando Por Los Sueños" y como el tiempo sigue manejando las cosas a su manera, por fin se ha podido hacer realidad.
Space Farm es un Power Trío que no se amilana ante nada, y que en su trabajo "Going Home To Eternity" se permiten viajar por estilos como el Prog. Rock, el Blues eléctrico o el Hard sin dejar en ningún momento de regalarnos calidad a borbotones.
Con un sentido de la composición exquisita, los tres instrumentos (guitarra, bajo y batería) se convierten en solistas en cada tema, teniendo la habilidad de conjuntar las capacidades instrumentales individuales con el todo cuando se lanzan a destripar las canciones.
Y es que incluso en temas en los cuales la base rítmica se encuentra un poco más controlada y sigue el ritmo y los riff de las seis cuerdas, el bajo de Billy Williams no para de empeñarse en hacer saltar las suyas por los aires, con recorridos sin pausa por todo el traste.
Temas de corta duración, seis de los nueve no llegan a los cuatro minutos, pero con una intensidad fuera de toda duda, manejados con sabiduría por los tres músicos, que hacen del Rock una virtud y empujan fuerte bien dirigidos por la guitarra de Harvey Mann que hace sonar su instrumento de una manera muy particular y personal. Quizás lo que más me falla es la voz, que no mantiene esa capacidad y nivel que los otros instrumentos, pero realmente lo que llega está más que bien.
Tremendos momentos de Prog. abrasivo se mezclan con el Blues eléctrico más clásico (la burrada que se marcan en "Gypsy Quenn", con seis minutos de alegoría Blues a la vieja usanza es una gozada) y el Rock desmadrado cuando los tres instrumentistas dan rienda suelta a lo que saben, con la batería de Glen Absolum pateando el culo (¡¡qué gustazo!!) el bajo metiéndose en el estómago y la guitarra arañándote la piel.
Un disco muy completo que no defrauda, para amantes de todo lo que puede venir sin esperártelo, que suele ser un regalo para los sentidos.
Side 1: Space Farm; Homeward Bound; Infinity Way; Waking dream; On the loose
Side 2: Flying; Gypsy Queen; Wheel; Lover not a dancer
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