Mis manos enredadas en cuerdas de acero, sintiendo el lento palpitar del corazón que no desea morir. Escuchando la dulce melodía del Blues, esa tristeza que desgarra lo más profundo cuando ya no eres nadie.
He sentido la guitarra hablarme al compás de la sangre que brota de mis lamentos. He escuchado el rugido del viento antes de la tormenta que me llevaba lejos, pero nada ha conseguido callar esas mágicas hebras de acero que hacen que sienta la soledad como un suspiro.
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