En días como el de hoy, frío, lluvioso,
completamente desapacible, una de las cosas que más me gusta hacer es escuchar
música mientras recorro una a una las líneas del libro que reposa en mis
rodillas y sujeto con la mano izquierda mientras la derecha ya tiene agarrada
la página por una esquina para voltearla tan pronto llegue al final de ella.
Estoy sentada en el sofá, con las
piernas encogidas haciendo las veces de atril y tapada con una manta suave que
me cobija.
Me gusta Muddy Waters, me acompaña de manera
increíble en esta historia que estoy leyendo, historia de música, amor,
programas de radio, asesinatos… Una mezcla maravillosa que me tiene enganchada
desde el primer momento en que abrí el libro.
De pronto, aparto los ojos del libro y
me doy cuenta de que los últimos libros que he leído, todos ellos de autores
italianos, tienen algo en común. Todos ellos tienen la música como base,
independientemente de la historia que quieran contar.
“Un giorno perfetto”, de Melania
Mazzuco, comienza con “Such a perfet day” de Lou Reed y se refiere a esta
canción mientras nos relata la historia de desamor entre Antonio y Emma; “Almost Blue” es el título del libro de Carlo Lucarelli y de la canción, de Chet Baker,
que su protagonista, un chico ciego y escondido en su buhardilla, escucha hasta
emborracharse de ella mientras un asesino en serie trae en jaque a la policía
de Bolonia; “Un giorno dopo l’altro” es la canción de Luigi Tenco que tararea
el protagonista del libro homónimo, también de Carlo Lucarelli, aunque en esta
ocasión es un joven que trabaja a tiempo parcial en una empresa quien martiriza
a su compañero de piso con esta canción. En el libro “Il tempo che vorrei” de
Fabio Volo, nos cuenta la historia de Lorenzo, un muchacho “desubicado” que a
través de la música y la literatura che le presenta y luego le regala su vecino
llega a ser “un hombre normal” o eso cree. “Io Uccido”, de Giorgio Faletti, nos
descubre no una canción o un músico, sino que nos presenta multitud de piezas
musicales maravillosas, incluidas algunas imposibles de disfrutar ya que nunca
fueron grabadas por su autor (Robert Fulton) sino que le fueron robadas, de ahí
el nombre “The stolen music” y nos regala conceptos sobre la grabación de
discos y del coleccionismo de música, sobre todo en formato vinilo, todo ello
envolviendo la historia que nos presenta y la compleja personalidad de un
asesino en serie.
Literatura y música, música y literatura… dos
conceptos que, por separado, son dos mundos maravillosos, pero cuando se unen
se multiplican las sensaciones que transmiten llenado todo el espacio de
sonidos, olor, color, sabor... Una auténtica orgía sensorial.
Cortesía de Charo, una lectora insaciable
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